La diosa virgen


Por Gerardo Cadierno. Monica Sjöö, en The Great Cosmic Mother: Rediscovering the Religion of the Earth sostenía que las antiguas sacerdotisas lunares eran llamadas vírgenes pero no por un tema de castidad sino porque no pertenecían a un hombre.

Es decir porque eran mujeres que eran “una en sí misma”.

La autora sostiene que la palabra virgen proviene del vocablo latino viril que originariamente significaba fuerza, poder y habilidad y que posteriormente fue tomado exclusivamente por los varones.

Ishtar, Diana, Astarte, Isis y varias Miriams fueron llamadas vírgenes, por su independencia sexual que recuerda a Lilit y, tampoco, ninguna fue preñada por un héroe, aunque sí los parieron: Marduk, Gilgamesh, Buda, Osiris, Dionisos, Genghis Khan, Moshe, Jesús, Ogam Cara de Sol y el Apolo hiperbóreo entre otros héroes solares descendieron de una gran madre virgen.

Por su parte, la acepción arameo-cananea de virgen significaba mujer soltera, es decir joven, y fueron los traductores tempranos quienes le dieron el significado de casta y pura.

En tiempos más recientes, la bruja santificada Juana de Arco fue llamada Pucelle, es decir la soltera, la virgen pues aún hasta entrado el siglo XV este término conservaba algo de su significado pagano de mujer independiente y fuerte, tan bien reflejado en los mitos de los ciclos celtas y en sus deliciosas y promiscuas reinas guerreras y hechiceras como Maeve, Morgana y Boudicca.


Madre de Todo Dios, Susana Ruiz  alto relieve de cerámica policromada de 60x80 centímetros.


La banalización de la triple diosa
Triste destino el de la Triple Diosa domesticada por los pueblos patriarcales de los hijos del hierro. Desmembrada en múltiples facetas, su alcance se redujo a tareas rituales propias de consortes y servidumbres.


Ya no sería más la Luna como musa: dividida, primero en tres y, luego, en tres veces tres, se la puso al servicio del Apolo solar como una suerte de corte académica cuya misión ahora sería velar por ratones de biblioteca en vez de impulsar la furia poética.

El término ratón no es casual, el primer Apolo estaba representado por una lauchita cobarde y huidiza, por lo cual al dios solar -y no sin cierta justicia poética- se lo conocía como "el que hiere de lejos con venganza diferida", es decir un resentido cagón.

La diosa como madre sería -también- dividida en Deméter y Hera. A la pobre Hera la casaron con el padre de los dioses y la confinaron a parir mientras Zeus la cuerneaba a porfía para incorporar más atributos a su divinidad, mientras que a Hera apenas le dejaban el pequeño placer de venganzas domésticas propias de una señora despechada.

En tanto la elemental Deméter sufrió el descenso al Hades y ser confundida con Gea, Rea, Cibeles y tantas otras.

Demeter, diosa de la cebada

No le fue mejor a la diosa en su faceta como doncella. No sólo la hermanaron con Apolo, si no que la transformaron en un ser andrógino condenado a la castidad perpetua para romper el ciclo vital.
Sí, hablamos de Ártemis a quien quitan los atributos del amor para cedérselos a Afrodita.

Artemisa, virgen y cazadora
¿Y Afrodita, diosa del amor? A ella la condenan a maridar con el mayor símbolo de brutalidad de los hijos del hierro: Hefestos, el herrero deforme y sudoroso que fragua bajo el Etna las armas divinas sin jamás poder abandonar su cárcel. 

Hefestos, cuya renguera recuerda la importancia de tener prisionero a quien domina los secretos del forjado.

Afrodita, la núbil de las tres manzanas doradas
Pero, tal vez, la peor desgracia haya sido la de Atenea. Hibridada con Palas, la trasvisten al otorgarle el yelmo de alta cimera, la lanza de fresno y el escudo de siete capas. Casta y nacida unigénita de la cabeza del padre Zeus es un recuerdo de que a pesar de ser diosa de la sabiduría estará irremediablemente subordinada al portador del rayo.
Palas Atenea de Fidias, la unigénita

Medusa entre Eros y Tanatos
La gorgona es la guardiana protectora que venía del neolítico y llevaba en sí los atributos de la diosa, que son los mismos que los de la poesía lunar: alas de oro, garras de bronce, colmillos de jabalí, piel de serpiente. 

Tras la victoria de los hijos del hierro, se le quitó su carácter protector y se la descuartizó para transformarla en tres despiadados monstruos femeninos: Esteno, Euríale y Medusa, la única mortal y a la que Atenea había castigado transformando sus cabellos en serpientes.

Medusa, el calendario de los cretenses

Medusa será "la que sufre lacrimosos afanes", según narrará Hesíodo: Perseo quiere matarla y para no mirarla camina de espaldas, indefenso. Si ella quisiera, podría atacarlo y él para evitar la flecha monstruosa debería girar y enfrentar su mirada que transforma en piedra.

Pero ella no ataca, Medusa se adormece, y con ella las serpiente. Cierra los ojos y, por alguna razón, se ofrece al filo.

La espada decapita y de la sangre brotan dos caballos hijos de Posidón, uno será Pegaso y tendrá fama. La sangre y la cabeza, la espada y el héroe, el caballo serán defensa de Atenea.

Medusa es la venganza de Ariadna, Dafne, Dánae, Europa, Fedra, Medea... es la triple diosa. Rubens nos la muestra con el espanto huyendo de ella, Bernini triste, Cellini, bella y doliente.

En Medusa y Perseo pugnan Eros y Tánatos en las puertas del infierno, ambos pugnan por el favor de la virgen unigénita Atenea, son el erotismo de los derrotados en contraposición a los omnipotentes olímpicos donde la mera posesión por el capricho de poseer anula cualquier erótica.

Medusa, muerte copulando vida

Son muerte copulando vida que, para poder poseerse deben matarse el uno al otro, pues, para volver en vida y simiente deben poseerse. Reina de poesía, el rey ritual le ofrendará su esperma antes del sacrificio y ella lo cabalgará hasta secarlo de vida, hasta volverlo piedra.

Para fecundarla, él la poseerá como cualquier macho a su hembra, la vida derrota a la muerte, pero tiene vedado ver su alma, no puede ver sus ojos porque si lo hace se volverá piedra.

El rey sagrado y la reina sacerdotisa, entonces, se copulan en Tánatos y en Eros. Se buscan inexorables en su ciclo. Se atacan y se defienden. Son el ciclo lunar que aún late en nuestros lomos.

Medusa es nuestro sueño de noches lunares. Ella es la belleza y el horror, la desesperación del deseo imposible, el deseo enamorado de su desear.

La estrella vulvar de Cerdeña

Desde 1999 en Santa Teresa di Gallura de la isla de Cerdeña, Italia. se erige la Stella Maris, la virgen estrella de los marineros.

De cuatro metros de altura y realizada en granito por la artista sarda, Maria Scanu, quien la donó a los pescadores, mira al mar y custodia la torre del Longonsardo.

No es la primera imagen vulvar de la Diosa Madre adoptada por los hijos del hierro como esposa maternal de su dios Sol. 

Está orientada hacia el este, de donde viene la vida.

El escudo de Cerdeña presenta cuatro cabezas cortadas de sarraceno.


Conclusión sin final
"La actual es una civilización en la que son deshonrados los principales emblemas de la poesía. En la que la serpiente, el león y el águila corresponden a la carpa del circo, el buey, el salmón y el jabalí a la fábrica de conservas; el caballo y el lebrel a las pistas de apuestas y el bosquecillo sagrado al aserradero. En la que la Luna es menospreciada como un apagado satélite de la Tierra y la mujer considerada como "personal auxiliar del Estado". En la que el dinero puede comprar casi todo menos la verdad y a casi todos menos al poeta poseído por la verdad", sostiene Robert Graves, en La diosa blanca donde elabora una gramática histórica del mito poético.


Kate Bush, Cumbres borrascosas
Too long I roamed in the night
I'm coming back to his side to put it right
I'm coming home to wuthering, wuthering…



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