La epopeya sumeria: inventar el mundo


Por Gerardo Cadierno. Hace más de sesenta siglos, en la tierra de los ríos apareció la primera civilización del mundo: Súmer. No conocemos bien su origen y sospechamos que una sequía de trescientos años fue la causa de su colapso. Pero sí sabemos otras cosas. Sabemos que inventaron todo.

Nadie sabe cómo lograron prosperar en una región tan estéril. Pese a que cuando los dos grandes ríos, el Tigris y el Éufrates, inundaban sus orillas proporcionaban un limo de gran fertilidad para el cultivo, la madera era escasa, no había piedra de calidad para construir, ni metales para hacer herramientas o armas.

Sin embargo, sus ciudades estaban bien abastecidas de alimentos como granos, aves silvestres y peces. Al mismo tiempo que domesticaron cabras y ovejas a las que aprovechaban integralmente.

También construyeron las enormes pirámides escalonadas llamadas zigurats, produjeron artesanía, orfebrería y desarrollaron la metalurgia en bronce.

Además, aprendieron a utilizar sus ríos: excavaron canales, hicieron depósitos de agua y levantaron presas, de modo que fueron capaces de llevar agua a sus campos y producir varias cosechas anuales.

Todos estos proyectos requirieron organización y gobierno a partir de los cuales sus primeras ciudades comenzaron a crecer a partir del 3500 a.C. 

La toponimia sumeria nos habla de Nippur, Ur, Eridu, Lagash, Umma,  Uruk... todos ellos se consideraban a sí mismos como sumerios, pero no existía un gobierno central que los congregara a todos.

Cada ciudad era centro de su propio y pequeño estado, de un modo semejante al de las ciudades-estado griegas.


De igual modo, cada ciudad supo gozar de cierta hegemonía sobre otras, hegemonías que, hasta donde sabemos, solían ser efímeras.

Tampoco hay certeza de su forma de gobierno original, durante décadas se creyó en que la importancia de las zigurat revelaba cierta teocracia, hoy todo parece apuntar a una sociedad en la que si bien la religión tenía un papel importante en la organización, en especial en la fijación de los calendarios agrícolas a través de la observación  de las estrellas, éste no habría sido tan determinante.

También sabemos que la alfabetización estuvo bastante extendida.

Hubo un momento -en torno a 2800 a.C - en que aparecieron reyes como gobernantes de las ciudades y que fueron designados como lugal, literalmente gran hombre

Hoy suele acordarse que éstos eran designados temporalmente ante una crisis como una peste o una guerra y que en esta institución fue mudando en, permanente, primero, y probablemente, en hereditaria, después.

Las ciudades de Súmer continuaron como entidades independientes hasta 2370 a.C., cuando se produjo la debacle: la región fue invadida y conquistada.

Fueron los primeros en registrar sus historias. Esto es más que el mero hecho de escribir, habla de la consciencia de ser una historia.

Así vemos que, por registrar, fueron los primeros en tomar nota y resguardar los nacimientos de sus hijos tal como demuestra esta pieza en escritura cuneiforme en la que se identifican el sexo del recién nacido además, del nombre de su padre y su madre.

Y una nota de avanzada: la tablilla estaba acompañada por una huella sobre arcilla del pie derecho del niño. 

Esto lo hicieron veinte siglos antes de Cristo.

Miraron hacia el cielo y las estrellas, vieron que éramos más que polvo y se preguntaron desde dónde veníamos. Midieron, tabularon, aprendieron con ese sistema donde 100 es 60  y que aún marca nuestras horas en relojes de tiempor tan circulares como la rueda que ellos inventaron para vencer el tiempo al anular la distancia. 

Fueron los primeros en elaborar y consumir cerveza, en celebrar con música y en amar con poesía.

Gilgamesh, el inmortal
La epopeya de Gilgamesh es una narración acadia en verso sobre las peripecias del rey de ese nombre y constituyen la obra épica más antigua conocida.

Gilgamesh, hijo de la diosa Ninsun y de un sacerdote llamado Lillah, fue rey de la ciudad de Uruk, la bíblica Erech, y por cuya lujuria sus súbditos se quejan a los dioses quienes, para ayudarlos, crean a Enkidu, un hombre salvaje destinado a enfrentarse al tirano con quien traba combate.

Tras la lucha, ambos se hacen amigos y emprenden aventuras juntos como la cacería y muerte del gigante Humbaba y del Toro del Cielo.

Admirada, la diosa Inanna se le ofrece a Enkidú quien la rechaza por lo cual los dioses lo matan. Ese asesinato llevará a Gilgamesh hasta los confines del mundo en busca de Utnapishtim y su mujer, únicos supervivientes del diluvio, para pedirle que regale a su amigo el don de la inmortalidad. Fracasará.

La epopeya es la primera obra literaria que trabaja el tema de la mortalidad y el dolor por la pérdida, y se estima que fue compilado en el siglo XXVIII antes de nuestra era mediante tablillas de arcilla que sirvieron de hospedaje a la escritura cuneiforme de textos escritos en sumerio, lengua de origen semítico de las cuales apenas tenemos registros. 

La versión en sumerio presenta lagunas por su deficiente conservación que fueron salvadas apelando a ediciones posteriores en acadio e hitita.

El asirio Asurbanipal de Nínive ordenó, en su afán -al igual que Enoc- por compilar todos los documentos escritos del mundo conocido, recopilarla y guardarla.  No lo hizo mal, pues pese a que en 612 a. C., Nínive fue destruida por invasores caldeos la versión sobrevivió hasta que en 1845 el explorador británico Austen Henry Layard localizó sus restos, cerca de Mosul, en el actual Irak.

Hammurabi no fue el primero
Hammurabi fue el sexto gobernante de la primera dinastía de Babilonia y reinó desde 1792- hasta el 1750 aC, años en los que expandió su imperio hasta controlar toda Mesopotamia aunque sus sucesores no pudieron estructurar una organización eficaz y se desmoronó.

No pasó lo mismo con su código de leyes en el que no sólo imperaba, como se afirma erróneamente, la ley del talión, sino que pondera los crímenes y castigos según su rango social, a mayor rango, mayor responsabilidad y mayor castigo. 

El código de Hammurabi fue una de las fuentes de inspiración de las leyes del antiguo testamento recogidas en el Éxodo y Deuteronomio.

Sin embargo, y pese a que es una de las colecciones de leyes más famosas del mundo, no es la más antigua; nuestros amigos sumerios ya habían compilado sus leyes en los códigos de Ur-Namma, datado en 2100 aC, en Ur y en el de Lipit-Ishtar de 1930 aC, en Isin.

Poema de amor y muerte
Una tabla de arcilla con escritura cuneiforme escrita cerca del 2030 AC que fue desenterrada en la antigua ciudad sumeria de Nippur, allá por 1880, y que hoy se exhibe en el Museo del Antiguo Oriente de Istambul sería el poema de amor más antiguo del mundo.

Amado de mi corazón
esposo amado de mi corazón.

Grande es tu hermosura,
dulce como la miel.

León, amado de mi corazón,
grande es tu hermosura,
dulce como la miel.

Tú me has cautivado,
déjame que permanezca temblorosa ante ti;
esposo, yo quisiera ser conducida por ti a la cámara.

Tú me has cautivado,
déjame que permanezca temblorosa ante ti.

León, yo quisiera ser conducida por ti a la cámara.
Esposo, déjame que te acaricie;
mi caricia amorosa es más suave que la miel.

En la cámara llena de miel,
deja que gocemos de tu radiante hermosura;
león, déjame que te acaricie;
mi caricia amorosa es mas suave que la miel.

Esposo, tú has tomado tu placer conmigo;
díselo a mi madre, y ella te ofrecerá golosinas;
a mi padre, y te colmará de regalos.

Tu alma, yo no sé como alegrar tu alma;
esposo, duerme en nuestra casa hasta el alba.

Tu corazón, yo sé como alegrar tu corazón;
león, durmamos en nuestra casa hasta el alba.

Tú, ya que me amas, dame,
te lo ruego, tus caricias,
mi señor, mi dios, mi señor protector, mi Su-Sin,
que alegra el corazón de Enlil,
dame, te lo ruego, tus caricias,
tu sitio dulce como la miel,
te ruego que pongas tu mano encima de él,
pon tu mano encima de él
como sobre una capa-gishban,
cierra en copa tu mano sobre él
como sobre una capa-gishban-sikin.

Es una balada en la que una una sacerdotisa declara su amor al Su-Sin. Ella representa a Inanna, la diosa del amor y la fertilidad, y el rey, a Dumuzi, el dios de los pastores, en la víspera de su casamiento.

Inanna -nieta de Enlil y Ninlil, hija de la pareja lunar Nanna y Ningal y luego llamada por los acadios Ishtar- era la más importante diosa del panteón sumerio: su reinado abarcaba desde el amor sexual y el calendario (fundamental en comunidades agrícolas) hasta la sabiduría y la guerra.

Inanna también supo engañar a los dioses patriarcales como Enki a quien venció en un duelo de resistencia a la hora de beber cerveza y le quitó todos sus dones, lo que es lógico porque Inanna era diosa de la cebada y Enki un pastor trashumante sin oficio ni beneficio.

También Inanna en su aspecto celestial era Venus la estrella del atardecer y el amanecer. "Los dioses son gorriones, yo soy un halcón", dice un himno sobre esta deidad.


Lo más probable es que Su-Sin fuera un rey sagrado, es decir un varón elegido quien, tras ofrecer su esperma a la sacerdotisa que representa a la diosa, ofrenda, luego, su sangre y su vida en sacrificio para la fertilidad de la tierra.

Estos reyes generalmente duraban un día, luego un año, luego diez, hasta que el patriarcado se impuso definitivamente gracias a los hijos del hierro.

Súmer, tierra de rock

Los avances que los sumerios aplicaron a la agricultura permitieron obtener excedentes de cereales lo cual se asocia a la elaboración de pan y de cerveza.

Las primeras evidencias arqueológicas de la cerveza se encuentran a más de 90 siglos, a fines del Paleolítico y principios del Neolítico en la palestina Jericó, cerca río Jordán. En ese sentido, hay testimonios en toda la creciente fértil.

También hay testimonios de residuos de cerveza en vasijas sumerias encontradas en el yacimiento egipcio de Hierakonpolis de casi sesenta siglos de antigüedad que nos hablan del comercio de esa bebida realizada tras la fermentación de malta de cereales.

También fueron los primeros en dejar fuentes escritas que tratan de cerveza. Una de ellas está datada en 3100 a.C. y está expuesta en el British Museum de Londres.

En ella se describe la asignación de una cerveza llamada Alulu, y se ponderan sus cualidades. 

Otra tabla de 38 siglos de antigüedad, la Piedra Azul, describe su elaboración y forma parte de un himno a Ninkasi, la diosa sumeria de la cerveza.

En los orígenes del tiempo la poesía y la música eran un mismo arte que no sólo ofrecía entretenimiento sino que nos vinculaba con nuestra identidad.

Peter Pringle, reconstruyó una hipotética sonoridad de algunos de los primeros versos del Gilgamesh utilizando un gishgudi, un antiguo laúd de cuello largo y tres cuerdas.

Viajemos al tiempo en que cielo y tierra se separaron por primera vez, mientras héroes y dioses vagaban por el mundo buscando las primeras aventuras.

"Cuando en la altura el cielo no fue nombrado,
y la tierra debajo aún no llevaba un nombre,
y el primitivo Apsu, que los engendró,
y el caos, Tiamut, la madre de ambos,
sus aguas se mezclaron entre sí,
y no se formó ningún campo, no se veía marisma...

...Cuando de los dioses nadie había sido llamado a ser,
y ninguno llevaba un nombre, y no se ordenó ningún destino;
Luego fueron creados los dioses en medio del cielo,
Lahmu y Lahamu fueron llamados a ser ..."

Peter Pringle, Enuma Elish,
Poema sumerio de la creación de la Tierra.

Sí, los sumerios inventaron todo. 

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