Himno Nacional de Costa Rica


Por Gerardo Cadierno. Bajo el sobrio nombre de Himno Nacional de Costa Rica, la canción patria de la república centroamericana nació en 1852 y su música - lo único que se mantiene vigente desde ese entonces- es obra de Manuel María Gutiérrez Flores.

Tuvo varias letras y la actual fue compuesta en 1903 por José María Zeledón Brenes. Esa versión fue declarada oficial en 1949.

Desde su independencia, en 1821, hasta 1848 cuando se declaró nación soberana e independiente, creó dos de sus símbolos nacionales: la bandera y el escudo de armas; cuatro años más tarde, presidiendo la joven república recién escindida de los intentos federativos de los países del istmo, el presidente Juan Rafael Mora Porras quien consideró que había que completar la trilogía simbólica con un himno nacional. 

La idea duró hasta que llegó la necesidad: En 1852 ante la llegada de los diplomáticos de Charles L. Wyke, cónsul general británico, y Robert Walsh, agente especial de Estados Unidos, que venían a tratar el proyecto de de realizar un canal interoceánico en la línea limítrofe norte de Costa Rica que el presidente encargó a su hermano José Joaquín que organizara los actos protocolarios, que incluían, la ejecución de los himnos nacionales de los países participantes. 

Fue así que solicitó al director general de bandas y director de la Banda Militar de San José, el joven músico Manuel María Gutiérrez, que compusiera la música para un himno nacional. 

El folkllore popular cuenta que el músico se negó alegando falta de tiempo y que el mandatario, entonces, lo encerró pero con las comodidades necesarias para que lleve adelante su misión.

Lo cierto, parece ser, es que el aislamiento fue pedido por el director de la banda para no distraerse y que éste se llevó adelante en su propia casa, ubicada en el centro de la capital y no en una prisión. Según Víctor Gutiérrez Umaña —su hijo—, debió haber tardado por lo menos cuatro días en la composición de la música, pues además de la melodía principal, tenía que hacer la orquestación para la banda.

El apuro dejó huellas, según una investigación de la Universidad de Costa Rica, la partitura original tuvo una serie de errores a nivel armónico en al menos dos de los 28 compases que no parecen coincidir con la intención musical del autor, aunque el trabajo se basó en una copia idéntica del Archivo Histórico Musical de esa casa de estudios pues la partitura original actualmente está extraviada.  

Así, el mediodía del 11 de junio de 1852, en la Casa de Gobierno de San José, la banda militar dirigida por Gutiérrez hizo conocer al mundo su Himno Nacional cuya música debió esperar 127 años para ser oficializada, vento que llegó el 1 de septiembre de 1979 durante la gestión de del presidente Rodrigo Carazo.

Los versos del Himno Nacional de Costa Rica

En tanto que el himno conoció tres letras antes de la actual.

La primera fue obra del poeta colombiano José Manuel Lleras y estrenada en 1873. Culterana, larga y llena de elogios para el entonces mandatario costarricense, Guardia Gutiérrez, pronto pasó al olvido. La primera estrofa servía, también, de coro:

Ciudadanos el sol de los libres
ha subido radiante al cenit:
su esplendor nos infunda el aliento
de vencer por la patria o morir....

...Mientras Guardia, el soldado aguerrido,
trace al pueblo del pueblo el deber,
aunque se halle la patria en peligro,
guardar puede su honor y su fe;

¡Salve oh Guardia, valiente ipatriota!
¡Salve, oh Guardia, de heroica altivez!
Salve, oh Guardia, su honor y sus glorias
son de un pueblo de libres, sostén.

En 1879 empezó a cantarse con una letra más breve y simple del seminarista oriundo de Cartago Juan Garita y Guillén que fue dejada de lado en 1888 

Cantaré de la patria querida
el honor, libertad y esplendor
con el alma de júbilo henchida
cantaré de la patria el honor.

En tu faz, sin afán, tus hijos vivirán
siempre unidos gozarán del honor
sin triste desdén animados irán
al clamor del honor, a la voz de libertad.

Ceñiré de la Patria la sien inmortal
de laurel y de mirto triunfal.
Tocaré con placer el clarín del afán,
honor cantaré a tu gloria y valor.

Tras la efímera letra de Garita y Guillén llegó, en 1888, la primera letra escrita expresamente a pedido  del Gobierno para convertir el cántico en un himno y estuvo a cargo de dos españoles: el pedagogo Juan Fernández Ferraz, y el músico José Campabadal quien tuvo a su cargo los arreglos.

Entonar sus ocho estrofas llevaba más de cuatro minutos:

De la patria el amor nos inspira
elevémosle un himno triunfal
de Tirteo en la bélica lira
celebremos su gloria inmortal.

Nuestra voz acordada resuene viril
desde el Ande gigante a la mar;
y repitan los valles, cual trueno rugiente,
las bélicas notas del patrio cantar...

...Gloria, honor a la patria que amante
nos dio cuanto es grato a la vida mortal:
gloria, honor a la tierra y bendita y hermosa,
que a altísima gloria aspira ideal

Si su nombre sin mancha doquiera brilló,
cual estrella radiante de lumbre preciosa;
por ella juremos cual bravos reñur;
sí, juremos por ella vencer o morir.

Aunque la composición de Fernández Ferraz tenía gran belleza lírica, fue acusada de ser "demasidoa elevada para el pueblo" y, además, no se adaptaba bien al fraseo necesario para encajar en la música del himno por lo cual fue necesario ajustar la partitura original por lo cual decidieron intentar con una nueva letra.

El himno definitivo para Costa Rica

En 1903, el presidente de Costa Rica, Ascensión Esquivel Ibarra, convocó a un concurso para dotar al Himno Nacional de una nueva letra, una convocatoria realizada a instancias del diario El Noticiero que señaló la poca convocatoria que tenía el himno a la hora de ser entonado.

"Deseoso de secundar la idea propuesta por algunos diarios de esta ciudad para que se dote de letra adecuada la música del Himno Nacional, letra que por su carácter despierte en todos los costarricenses el noble sentimiento de amor a la Patria, que pueda fácilmente gravarse en el pueblo y constituya un verdadero canto nacional", decía la convocatoria presidencial.

El certamen recibió alrededor de 40 composiciones. Finalmente, el 26 de agosto de 1903, ese mismo periódico dio a conocer el nombre del escritor de la nueva letra del Himno Nacional: Labrador, el seudónimo del joven poeta José María Billo Zeledón Brenes

El premio para el ganador era 500 colones y la declaración de su letra como Himno Nacional oficial. Lo primero se cumplió, lo segundo debió esperar hasta 1949.

En la redacción original de Zeledón, la primera estrofa decía:

Costa Rica tu hermosa bandera
expresión de tu vida nos da:
Bajo el manto azul de tu cielo
blanca y pura descansa la paz.

Zeledón era un poeta de 27 años, y en su obra propuso una exaltación de la vida pacífica del costarricense, al revalorizar lo que él mismo había criticado cuando calificó a su pueblo como “dormido y esclavo”, “pobre y desnudo”.

“Interpreté el himno escuchando el sentir de un corazón costarricense, amante de su paz y devoto de su labor, enamorado de su tierra de su cielo siempre azul, y vertí estos conceptos en un caudal de unas notas subyugadoras que hacen estremecer el ánimo de orgullo y placer”, escribió 40 años después de parir el himno.

Al respecto, agrega: “Yo no sabía entonces qué era lo que debía decir la canción nacional, pero se estaba convencido profundamente de que las palabras de esa canción bellísima debían traducir en alguna forma auténtica modalidades del alma nacional costarricense que ninguna otra tierra pudiera aplicarse.”

Fue así que el 15 de septiembre de 1903 se entonó el himno nacional de Costa Rica con la música y letra conocidas al día de hoy.

Sobre este tema, la filóloga y crítica literaria, Ruth Cubillo Paniagua, señala que al comparar las letras de los himnos desde 1873 a la de 1903 se grafica el cambio de percepción de los costarricenses que viran de “aguerridos a pacíficos”, un rasgo que construyó las características principales con las cuales se define a sí misma en contraposición a otras naciones latinoamericanas.

Así desde la letra de José Manuel Lleras que exhorta a la “¡Guerra, guerra!”, habla de un “sanguinario” clarín y se alienta a vencer o morir en el marco de una “ferviente invitación a defender la patria” en una nación que se había independizado sin librar una sola batalla.

El texto de Zeledón, por su parte, reivindica la vida una paz “blanca y pura” de labriegos sencillos que  tampoco cuestionaban ni el poder ni las estructuras que lo sostenían aunque podían de ser necesario, “la tosca herramienta en arma trocar”.


El 10 de junio de 1949, en la presidencia de Figueres Ferrer, la Junta Fundadora de la Segunda República, oficializó la letra del himno.

Además, el decreto de la Junta Fundadora incluyó preceptos disciplinarios nacionalistas: el Himno Nacional se enseñaría obligatoriamente en las escuelas y colegios, su canto habría de iniciar todo evento patriótico, los costarricenses tenían que cantarlo en toda ocasión que se ejecutara y debían “guardar durante ese acto la compostura y el respeto debidos a los Símbolos que encarnan la majestad de la Patria”, señala literalmente el decreto.

Por su parte, la música se hizo oficial el 1º de septiembre de 1979, en el aniversario 150 del nacimiento del autor de la música del Himno Nacional, Manuel María Gutierrrez, quien fue declarado Benemérito de la Patria.


Noble patria, tu hermosa bandera
expresión de tu vida nos da;
bajo el límpido azul de tu cielo
blanca y pura descansa la paz.

En la lucha tenaz,
de fecunda labor
que enrojece del hombre la faz,
conquistaron tus hijos
labriegos sencillos
eterno prestigio, estima y honor.

¡Salve, oh tierra gentil!
¡Salve, oh madre de amor!

Cuando alguno pretenda
tu gloria manchar,
verás a tu pueblo valiente y viril,
la tosca herramienta en arma trocar.

Salve oh Patria tú pródigo suelo,
dulce abrigo y sustento nos da;
bajo el límpido azul de tu cielo
¡vivan siempre el trabajo y la paz!

¡Noble patria!, tu hermosa bandera
expresión de tu vida nos da;
bajo el límpido azul de tu cielo
blanca y pura descansa la paz.

En la lucha tenaz, de fecunda labor,
que enrojece del hombre la faz;
conquistaron tus hijos - labriegos sencillos -
eterno prestigio, estima y honor,

¡Salve, oh tierra gentil!
¡Salve, oh madre de amor!

Cuando alguno pretenda tu gloria manchar,
verás a tu pueblo, valiente y viril,
la tosca herramienta en arma trocar.

¡Salve, oh patria!, tu pródigo suelo
dulce abrigo y sustento nos da;
bajo el límpido azul de tu cielo,
¡vivan siempre el trabajo y la paz!

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