Sobrevivir para vivir

 

Sobrevivimos para vivir
y sobrevivir nos arranca vida
en medio de los caminos que andamos
viviendo por no llegar.

Volamos para saltar
saltamos para caer
caemos para andar
andamos para sobrevivir.

Hay que estar loco
para despejar el camino
de las piedras que acechan.
Sólo un loco puede hacer eso.

A un lado del camino,
la luna vomita hormigón.
Al otro, gusanos hablan
con cadáveres que ignoran su muerte.

Hacia arriba, un parque
incendiado de papel
enchastra de sangre doliente
a los que fuimos un día.

Derrames de barro resignado
músculos dormidos, clítoris dentados.
Anuncios que procesan corazones
cerebros indolentes de mentes en nada.

Carpe diem
Tempus fugit
Ubbi sunt
Miserere nobis

La vida se cuenta en latín
o en griego, o árabe.
La vida es liturgia de la pulsión
y sobrevivir no es mayor a vivir.

Sobrevivir es menos que vivir
pero es axioma o apotema o anatema
o instinto o gen mandante.
Es ser casi sin ser.

Es estar acorazado
enmascarado en piedra
bañado en alcohol
marioneta sin inocencia.

Y la araña reina
en el centro de su red
empañando párpados,
sorbiendo pupilas.

La araña teje, tejedora
captura luna con hilos de polvo
atrapa el rocío sin sed
y nos ama mientras nos devora.

Y me envuelvo en sus hilos
para ver la salida del laberinto
y volver a caminar
entre las piedras del deseo perdido.

Hay que estar loco
para abandonarlas armaduras
alterar tiempo y borrar distancia
aprender de la derrota

Nadie sensato vuelve
a buscar esas piedras
comenzar otra vez
en el punto de extravío.

Quién decide arriesgar
y embridar sus instintos
para cabalgar y hundirse el mar
hasta respirar una flor de coral.

Los sensatos temen.
Los sensatos no arriesgan; sobreviven.
A ver de acá quién se atreve
a apostar su vida por vivir.

Gerardo Cadierno


Pastoral - El dueño de los muñecos

Después de un tiempo,
las marionetas se dieron cuenta de que vivir
significaba algo más amplio
que estar movidas desde lo alto
haciendo siempre lo que otros ordenan
mirando la llovizna caer.

Ya preferían quedar tiradas
a caminar siempre atadas
y fue entonces por última vez
que el idiota quiso ser rey
de la nada y lo confuso.

Sin marionetas,
se acabó el poder.


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