Cascales y Teodoro


Por Gerardo Cadierno. En Amanece que no es poco, la obra maestra de José Luis Cuerda, cuando Teodoro y su padre, Jimmy, portador de la cabra, encarnados por Antonio Resines y Luis Cigés, llegan en su moto con sidecar a la plaza del pueblo, desde detrás de una columna un personaje extraño y vestido con calzones largos, chista a Teodoro y lo obliga a acercarse.

Es Cascales, el personaje de Quique San Francisco, un joven rubio de desviada mirada alucinada que le pide cambiar el papel, algo que Teodoro -ingeniero en Oklahoma- no entiende.

“Que te cambio mi personaje por el tuyo”, aclara Cascales.

Teodoro responde: “Sí, hombre, eso es. Me chupo yo toda la carrera de ingeniero, saco una plaza cojonuda en Oklahoma y, ahora te paso a ti el personaje para que te limpies el culo con él…¡Vamos, hombre no me jodas, no me jodas!”

El no-personaje de Cascales representa la contradicción vital de ser un personaje sin personaje, es decir un no ser. 

Un buscador de trocar su nada por algo.

Genial, José Luis Cuerda inventa un personaje que tiene conciencia de su condición de tal pero, que al no tener rol, no tendrá nada que hacer en la película si alguien no le cede su papel.

Cascales necesita un papel, cualquiera, que le permita ser alguien: necesita ser para ser. 

En este pueblo no tan imaginario de La Mancha hay quienes son poderosos y quienes son desposeídos.

Cascales no sólo no tiene papel, Cascales no tiene dónde caerse muerto, a Cascales, por no tener, le han quitado hasta el vestuario.

A veces pienso que todos somos un poco Cascales, queriendo cambiar de papel cuando en nuestra película vital la taba nos canta culo. 

En esos momentos, recuerdo algunos instantes en lo que fui feliz, me planto frente a los aborrecibles espejos, me peino y vuelvo a salir a escena.

Documental Amanece que no es poco
Documental sobre la película de José Luís Cuerda 



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