Independencia


Por Gerardo Cadierno
. 9 de julio de 1816. “En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán a nueve días del mes de julio de mil ochocientos diez y seis,… fueron preguntados ¿Si quieren que las provincias de la Unión fuese una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli? …declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli, y de toda otra dominación extranjera.”

Acta de la independencia en aymará

Era un martes y se consumaba un milagro de esos que sólo pasan en el fin del mundo: un congreso imposible declaraba que se alzaba “una nueva y poderosa nación”.

Nadie había apostado un maravedí porque lo lograran y, sin embargo, lo hicieron: viajar de Buenos Aires tardaba un mes, desde Mendoza, dos. Y eso sin contar que un caudillo se alzara y te cambiara el mapa. Del fuego insurgente que en 1810 había inundado las Américas, apenas resistía el Plata pobre y dividido. 

Sin embargo, fueron y llegaron, coronados con un rosario de derrotas en el norte, con las bayonetas realistas listas para una nueva invasión, con una flota que se aprestaba a zarpar desde España, con Artigas bramando por la libertad de los pueblos, con Portugal mirando el Paraná como nuevo limes, con los doctores y tenderos porteños mirando quimeras y el gauchaje, los indios y los negros poniendo su sangre.

33 diputados elegidos por sus ciudades y pueblos se reunieron en la casita canónica de las láminas escolares. Todos divididos: entre monárquicos y republicanos; entre los que querían un inca en el trono y los que anhelaban un príncipe europeo; los republicanos, a su vez, entre unitarios y federales.

Las láminas casi hagiográficas de Anteojito y Billiken nos hablan de diputados de lugares tan ajenos como Chichas, Charcas y Mizque.

Para colmo Chichas es Tupiza, mientras que Sucre, La Plata, Chuquisaca y Charcas son la misma ciudad, todas en el viejo Alto Perú, la actual Bolivia.

Ciudades tan lejanas presentes ponen de relieve ausencias tan cercanas como Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe, para no hablar de la Banda Oriental. 

La cosa, justo es decirlo, se hizo a la argentina -o a la sudamericana- algunos diputados fueron electos por unanimidad de uno, otros actuaron por libre, las actas y documentos del congreso fueron desprolijamente saqueados, el acta original de la independencia se perdió, la declaración fue enmendada en una picardía que buscaba evitar una avivada y ningún país reconoció a la nueva patria que siquiera tenía un nombre unánime. 

Hubo que esperar que los corsarios de Bouchard instaran al rey hawaiano Kameha Meha a que sea el primero en hacerlo en 1818.

El 9 de Julio siempre fue una suerte de hermano menor del 25 de Mayo, al punto que, al principio, Bernardino Rivadavia había decretado que sólo se celebren ambas en mayo porque tener dos fiestas acarreaba “perjuicios de consideración al comercio e industria”.

“En lo sucesivo el 9 de julio será reputado como festivo de ambos preceptos, del mismo modo que el 25 de mayo; y se celebrará en aquel misa solemne con Te-Deum….se iluminará la ciudad, la Casa de Gobierno y demás edificios públicos, haciéndose tres salvas en la Fortaleza y buques del Estado, según costumbre”, corrigió Juan Manuel de Rosas en 1835.

Los congresales
Curas, muchos curas, bastantes abogados, algunos militares y un médico. Muchos estudiaron en el Monserrat cordobés, la altoperuana Chuquisaca o en la chilena San Felipe. Casi todos conocieron exilio y cárcel. Uno murió degollado, otro lanceado y uno encadenado en Jamaica. De alguno ignoramos dónde falleció.

Algunos descendienden de reyes y nobles y, otros, de panaderos. Casi todos se empobrecieron. 

Todos tienen un calle palermitana que los recuerda. Y, muchos, son recordados en un empedrado lomense que forma parte de la dulce toponimia callejera de nuestras infancias. 

¡Vamos!, que padre nació en Boedo y se crió en Gorriti y Piaggio. O que quien esto escribe y sus hermanos nacimos en Acevedo.

Acá les contamos, como podemos, quiénes fueron. 

Francisco Narciso de La Prida

Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos.

Nació en San Juan el 28 de octubre de 1786. Estudió en el Real Colegio de San Carlos de Buenos Aires. 

Pasó a Chile donde en 1810 participó del cabildo en que se formó la Junta Provisional de Gobierno. De regreso a San Juan, colaboró con José de San Martín en la organización del Ejército de los Andes.

Perito en leyes y vecino de importancia fue electo como diputado al Congreso de Tucumán donde cuya presidencia ejercía cuando se proclamó la independencia. 

Unitario, fue ministro en su provincia y diputado al Congreso Nacional de 1824. 

De regreso a San Juan, participó en la política provinciana donde apoyó la toma del poder por parte de Juan Agustín Moyano quien fue derrotado por las tropas mendocinas al mando del fraile José Félix Aldao.

En la matanza que siguió a la derrota fue uno de los tantos muertos. Unos de sus descendientes, Jorge Luis Borges, le dedicó su Poema conjetural que abre y cierra estas líneas:
“Ya el primer golpe,
ya el duro hierro que me raja el pecho,
el íntimo cuchillo en la garganta.”

Fue el 22 de septiembre de 1829. Tenía 42 años cuando llegó su encuentro con su destino sudamericano.”

Mariano Joaquín Boedo
Nació en Salta el  25 de julio de 1782. Descendiente de Francisco de Aguirre, conquistador de Chile, y de Sancho IV rey de Castilla y de León, tras estudiar en Córdoba y Chuquisaca, en donde, por no poder pagar los derechos que demandaba el doctorado, se lo facultó sólo como licenciado in utroque, y se trajo su amistad con Mariano Moreno con quien coincidió en las ideas federales.

Ya como secretario de la Junta, Moreno fue seguramente lo nombró asesor del coronel Juan Martín de Pueyrredón, designado gobernador intendente de Córdoba.  

Cuando a fines de 1815 estallaron las desavenencias entre el general José Rondeau y Martín Miguel de Güemes, agravadas por la negativa del cabildo de Jujuy a reconocer al salteño como gobernador, Boedo elegido para gestionar gestiones un acuerdo que concluyó con el reconocimiento de Güemes como autoridad por parte de los cabildantes

Electo diputado por Salta ante el Congreso General Constituyente que había de reunirse en Tucumán, en la sesión del 1 de julio fue elegido vicepresidente y como tal firmó firmó el Acta de la Independencia.

Tras la declaración de la independencia estalló una disputa entre salteños y cuyanos basada en la acusación de Godoy Cruz a Moldes de quien decía que hanía violado correspondencia motivo por el cual el poder del salteño estaba aplazado. En solidaridad con su coprovinciano, Boedo amenazó al gobierno salteño con que  “si no se trataba la incorporación de Moldes, se retirarían los demás diputados de Salta”. 

En este marco, Boedo se sumó a las prevenciones de Moldes contra los porteños y votó su candidatura para Director Supremo del Estado.

Resuelto el conflicto, desempeñó la presidencia en turno del Congreso y en 1818 recibió el acta de la junta electoral de Salta, en la que se comunicaba que en reemplazo de Moldes y de Boedo, que terminaban su mandato, habían sido electos diputados por aquella provincia Mateo Saravia y Juan Marcos Salomé Zorrilla por lo cual fue removido y se le acordó un viático para que regresara a su provincia que usó para trasladarse a Buenos Aires donde falleció el 9 de abril de 1819. Tenía 36 años.  

Sus restos descansan en la cripta de la basílica porteña de san Francisco de Asís por deseo testamentario.

José Mariano Serrano
Nació en Potosí el 8 de septiembre de 1788 donde estudió Derecho. Implicado en la revolución de Chuquisaca de 1809, adhirió a la de Mayo de 1810 por lo cual tras la derrota patriota en Huaqui fue exilado a Tucumán y eliminado de la matrícula. 

Ya en Buenos Aires, representó a Chuquisaca en la Asamblea del Año XIII, representación que repitió en el Congreso de Tucumán donde ocupó, junto al porteño Paso la secretaría, lo que le valió llevar las actas de las sesiones secretas y redactar en español y quichua el texto del Acta de la independencia. 

“El acta sagrada de la independencia hecha por mí, suscripta por mí como diputado, autorizada por mí como secretario”, escribió.

Partidario de una monarquía constitucional, pero contrario a la idea de entronizar a un descendiente de los incas, sostenía que lo primero era ganar la guerra. 

“Fue el primer orador de aquella asamblea y la cabeza más nutrida y cultivada que tuvo”, lo describió Bernardo Frías. 

Tras firmar la Constitución de 1819, renunció y regresó a Tucumán donde participó en la administración provincial e intervino en el armisticio con el general realista Pedro Antonio Olañeta contra quien combatiría en 1825 mientras se desempeñaba como secretario del gobierno de Salta durante la gobernación del general Juan Antonio Arenales.

Poco tiempo después -y otra vez representando a Chuquisaca- participó de la asamblea que declaró la independencia del Alto Perú y la conformación de la República de Bolivia de la cual fue presidente provisorio en dos ocasiones y cuya corte de Justicia encabezó.

Falleció en Sucre, el nuevo nombre de Chuquisaca, el 24 de setiembre de 1851

Juan José Paso
Nacido en Buenos Aires como Juan José Esteban del Passo​ el 2 de enero de 1758, era hijo de un panadero coruñés que prosperó al punto que pudo enviarlo a estudiar al colegio Monserrat de Córdoba, donde conoció a Juan José Castelli y se doctoró en leyes para, luego, regresar a Buenos Aires donde ingresó como profesor de filosofía en el Real Colegio de San Carlos y como agente fiscal de la Real Hacienda. 

Junto con Manuel Belgrano y Castelli, se sumaron al partido que buscaba coronar  en el Plata a Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando VII y esposa del rey Juan VI de Portugal, para lograr  más autonomía y desde ese lugar tuvo un rol protagónico en los sucesos de Mayo cuando fue nombrado secretario de Hacienda de la Primera Junta. 

Pese a su oposición, fue confirmado como integrante de la Junta Grande y, posteriormente, integró el Primer y Segundo Triunvirato. Nombrado en 1815  Auditor General de Guerra y, luego, asesor del gobierno tucumano, se encontraba en esa provincia cuando fue  designado diputado por Buenos Aires en el Congreso de Tucumán del que fue secretario y cuya Acta de la independencia leyó, el 9 de julio de 1816.

Partidario de la monarquía constitucional, participó en la redacción del Estatuto Provisional de Gobierno de 1817 y de la Constitución unitaria de 1819. 

Fue presidente de la legislatura de Buenos Aires, apoyó a Bernardino Rivadavia como primer Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata y votó la Constitución de 1826 lo que no le impidiól posteriormente, apoyar al gobierno federal de Manuel Dorrego y asesorar al de Juan Manuel de Rosas.

Falleció en el pueblo de San José de Flores -entre cuyos fundadores se encontraba- el 10 de septiembre de 1833.

Antonio Saenz
Nació en Buenos Aires el 6 de junio de 1780. Educado en colegio de San Carlos, se recibió en leyes en Chuquisaca y, de regreso, fue ordenado sacerdote tras lo cual el Cabildo Eclesiástico lo eligió secretario y la Real Audiencia lo nombró Defensor General de Pobres.

Partidario del cese del virrey Cisneros, participó del cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, colaboró con el Triunvirato e integró la Sociedad Patriótica dirigida por Bernardo de Monteagudo. 

Sospechado de haber participado del envenenamiento del realista obispo Benito Lué, las autoridades religiosas lo enviaron al ostracismo en Luján lo que no le impidió formar parte de la Logia Lautaro y representar a San Luis en la Asamblea del año XIII.

Electo diputado por Buenos Aires al Congreso de Tucumán, firmó el acta de la de la independencia, integró la comisión relatora del proyecto de Constitución de 1819 y fue presidente del cuerpo, tras cuya disolución debió huir de la ciudad. 

Sáenz fue el promotor para la organización de la futura Universidad de Buenos Aires que se conformó a través de la incorporación de instituciones académicas preexistentes y al impulso que le dio el gobierno de Martín Rodríguez. 

Formalizada el 12 de agosto de 1821, fue su primer rector. También favoreció la creación de escuelas en la campaña y recorrió la provincia para evaluar los colegios.

Falleció en Buenos Aires el 22 de julio de 1825.

José Darragueira
Nació en la ciudad peruana de Moquegua el 27 de enero de 1771 aunque se trasladó muy joven a Buenos Aires donde estudió en el Real Colegio de San Carlos.

Tras recibirse de doctor en Leyes en la Universidad de Chuquisaca, ocupó los cargos de ministro de Defensa Fiscal de la Real Hacienda potosina y de oidor en la Real Audiencia de Charcas.​

De regreso, en Buenos Aires participó en los conciliábulos previos a la Revolución de Mayo y en el Cabildo del 22 de mayo votó en contra de la permanencia de Cisneros en el poder. 

Instalada la Primera Junta lo nombró oidor. 

Saavedrista declarado, tras la caída de la Junta Grande fue confinado a las entonces lejanas Luján y San Isidro.​

Tras sumarse a la Logia Lautaro, fue elegido para representar a Buenos Aires en el Congreso de Tucumán donde apoyó a Pueyrredón como Director Supremo y firmó la declaración de independencia.

Unitario irreductible, acusó a los federales salteños de pactar con los realistas y defenestró a los diputados cordobeses para lograr el traslado del Congreso a Buenos Aires, cosa que logró y apenas llegó a disfrutar pues falleció por una enfermedad pulmonar el 1 de mayo de 1817.

Cayetano José Rodríguez
Nació en San Pedro en 1761 y estudió en el Colegio del Convento de los Padres Franciscanos donde se ordenó sacerdote, tras lo cual tuvo a su cargo cátedras en la Universidad de Córdoba hasta su regreso a Buenos Aires donde continuó su labor docente.

Durante las invasiones inglesas, el pueblo en armas porteño lo impresionó y en 1807 dedicó un poema a los esclavos que la defendieron, al tiempo que se hizo amigo y maestro de Mariano Moreno. 

Enrolado en las filas juntistas, fue nombrado director de la Biblioteca Pública, superior Provincial de la orden Franciscana, y en 1813 integró la Asamblea General Constituyente de 1813 cuyos diarios de sesiones redactó.

Electo por Buenos Aires al Congreso de Tucumán, firmó el acta de la independencia el 9 de julio.

Entre su actividad poética se destacan sus panegíricos patrióticos como el primer himno nacional, las odas en honor de Carlos María de Alvear, del cruce de los Andes y la victoria de Chacabuco, la apologética por Manuel Belgrano y un soneto a Los Colorados, regimiento de caballería que al mando de Juan Manuel de Rosas impuso el orden durante la anarquía del año 20.

Tras el Congreso, en 1822 fundó el periódico El oficial del día y se opuso a la reforma eclesiástica de Rivadavia tras cuya promulgación se retiró de la vida pública. 

Falleció el 21 de enero de 1823 en el convento franciscano de Buenos Aires.

Pedro Medrano
Nació en la isla Gorriti, ubicada en la costa de Maldonado en lo que era la Banda Oriental el 26 de abril de 1769 durante el exilio de sus padres ordenado por el entonces gobernador Francisco de Paula Bucarelli.

Tras regresar con su familia a Buenos Aires, estudió en el Colegio Monserrat de Córdoba y, posteriormente, se graduó de abogado en Chuquisaca.

En los sucesos de 1810 tomó partido por los criollos y participó del cabildo abierto del 22 de mayo.

Posteriormente, fue electo diputado para la Asamblea del Año XIII y fue uno de los autores del estatuto provisional de 1815.

Buenos Aires lo eligió como diputado para el Congreso de Tucumán, del cual fue su primer presidente.

Unos días después de declarar la independencia y ante los rumores de negociaciones para hacer de las Provincias Unidas un protectorado luso brasileño, propuso agregar al acta de la independencia, tras la propuesta de emancipación “de los reyes de España, sus sucesores y metrópoli”, la frase “y de toda otra dominación extranjera”

Integró -junto a Teodoro Sánchez de Bustamante y José Mariano Serrano- la comisión redactora del Manifiesto a las Naciones.

Tras Cepeda, en 1821, integró la Junta de Representantes y fue diputado en la provincia durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas.

Orador y poeta, falleció el 3 de noviembre de 1840 en Buenos Aires.

Esteban Agustín Gascón
Nació en la altoperuana Oruro el 9 de julio de 1764, estudió en el Real Colegio San Carlos de Buenos Aires y se doctoró en Derecho en la Universidad de Charcas tras lo cual fue funcionario en el Alto Perú y presidente de la Academia Carolina.

Arrestado tras la revolución de Chuquisaca en 1809, fue liberado por Juan José Castelli luego de la victoria criolla en Suipacha y lo nombró  presidente de la Real Audiencia de Charcas hasta que el desastre de Huaqui lo obligó a abandonar el Alto Perú para unirse al Ejército del Norte con el que luchó en Salta, Vilcapugio y Ayohuma.

De regreso en Buenos Aires, integró el ejército que sitió y tomó Montevideo, ciudad de la que se alejó tras su entrega a los seguidores de José Artigas. 

En 1816 fue elegido diputado para el Congreso de Tucumán, y su nombre fue propuesto como director supremo.

Lideró la oposición al pacto de Santo Tomé para integrar en el congreso tucumano a los diputados de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Banda Oriental, que nunca estuvieron representadas en él.

Designado ministro de Hacienda por Pueyrredón, fundó la Caja Nacional de Fondos de Sud – América, la primera institución crediticia argentina. 

Ocupó diversos cargos y se opuso a la reforma religiosa de Rivadavia.

Falleció en Buenos Aires el 25 de junio de 1824.

Tomás Manuel de Anchorena
Nació en Buenos Aires el 29 de noviembre de 1783 y estudió en el Real Colegio de San Carlos para seguir sus estudios de abogado en Charcas. 

Casado con Clara García de Zúñiga, de una de las familias más ricas del Plata, participó de la revolución de Mayo.

Tras acompañar a Belgrano en el Ejército del Norte, fue electo diputado por Buenos Aires ante el Congreso de Tucumán donde se opuso a entronizar a un inca alegando que si existiera un candidato con derechos habría de ser una persona “borracha y cubierta de andrajos de alguna chichería”.

Posteriormente adhirió al federalismo, fue ministro de Relaciones Exteriores durante el primer gobierno de Juan Manuel de Rosas. 

Murió en Buenos Aires el 29 de abril de 1849. 


Manuel Antonio Acevedo
Nació en Salta, el 25 de mayo de 1770 y estudió en el cordobés Colegio de Montserrat donde se ordenó como sacerdote. Tras regresar a Salta, fundó la escuela de Filosofía de la que fue rector y catedrático. 

Desarrolló su pastoral en los valles  calchaquíes y, luego, en la catamarqueña Belén. 

Electo diputado por Catamarca al Congreso de Tucumán, se pronunció a favor de la monarquía incaica.

Cuando el Congreso fue trasladado a Buenos Aires, fue su último presidente antes su disolución y, tras la victoria federal de Cepeda, fue encarcelado hasta que en 1821 tuvo un paso por la sala de Representantes porteña.

De regreso a su labor pastoral en Belén, abrió una escuela, fundó un seminario y dictó una cátedra de filosofía. Además, en 1822 redactó la primera constitución para Catamarca y que fue sancionada en 1823 durante  la constituyente provincial que, además,  integró. 

Electo diputado en el Congreso General de 1824, en 1825 se incorporó a la Constituyente reunida en Buenos Aires donde tuvo activa participación.

Murió el 1 de octubre de 1825.

José Eusebio Colombres
Nació en San Miguel de Tucumán el 6 de diciembre de 1778 en el seno de una familia influyente. Tomó los hábitos y se graduó como abogado en la universidad cordobesa de San Carlos.

Su labor en Catamarca le valió ser electo como diputado al Congreso de Tucumán y tras la declaración de la independencia permaneció en esa provincia donde impulsó la industria azucarera importando maquinarias y técnicas como los molinos.

Integró la Liga del Norte por lo cual durante el segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas debió permanecer exiliado en la localidad potosina de Tupiza desde donde regresó a Tucumán en 1852, luego de la victoria de Justo José de Urquiza en Caseros y la caída del gobierno rosista.

Ya presidente, Urquiza impulsó su asunción como obispo de Salta pero murió el 11 de febrero de 1859 a sólo dos meses de haber asumido.

Eduardo Perez Bulnes
Nació en Córdoba el 12 de octubre de 1785, se educó en el Monserrat y estudió derecho en la universidad de esa ciudad. 

Al producirse la Revolución de Mayo se enroló como oficial de las milicias urbanas de Córdoba y fue designado regidor del cabildo local.

Federal temprano, se opuso a los triunviratos y al directorio, y apoyó la elección de José Javier Díaz como gobernador quien lo nombró jefe de la policía provincial, al tiempo que integró la legislatura cordobesa.

Electo diputado al Congreso de Tucumán, tuvo fuertes enfrentamientos con la mayoría unitaria lo que le valió la expulsión junto los otros diputados de Córdoba por haberse negado al traslado de la sede deliberativa a Buenos Aires. 

Leal al gobernador Díaz  hasta el final de su mandato, también apoyó la gestión de Juan Bautista Bustos. 

Elegido diputado al Congreso General de 1824 en Buenos Aires, se sumó a los unitarios y apoyó la constitución de 1826, causa por la cual la provincia revocó su mandato en una sesión presidida por su hermano Juan Pablo.

Regresó a Córdoba con la invasión de José María Paz y fue electo diputado provincial y presidente de la Legislatura.

 Tras la caída de Paz, se retiró de la vida pública y murió el 3 de marzo de 1851 en su ciudad natal.

José Antonio Cabrera Allende
Nació en Córdoba el 28 de noviembre de 1768 en el seno de una familia que descendía del fundador de la ciudad, Jerónimo Luis de Cabrera. 

Licenciado en jurisprudencia en la universidad local, fue asesor letrado de los últimos gobernadores virreinales.

Apoyó la Revolución de Mayo y fue decisivo a la hora desbaratar la contrarrevolución dirigida por Santiago de Liniers, el gobernador Concha y el obispo Orellana, quienes serían fusilados en Cabeza de Tigre.

Dedicado a labores de gobierno en su provincia, fue enviado por el gobernador Francisco Ortiz de Ocampo a pactar la paz con José Artigas misión que cumplió y tras la que adhirió a las ideas federales que lo llevaron a participar de la destitución del gobernador nombrado por Buenos Aires al que reemplazaron por el coronel José Javier Díaz, elegido por una asamblea de vecinos. 

Su relación con el Protector hizo que lo designen como diputado en el llamado Congreso de Oriente reunido por Artigas en su campamento de Arroyo de la China.

Enviado por el Protector a Buenos Aires para negociar con el nuevo Director Supremo, Ignacio Álvarez Thomas, fue arrestado para que no revelara  la invasión que se preparaba a Santa Fé y tras su liberación regresó a Córdoba donde fue elegido diputado al Congreso de Tucumán. 

Si bien fue el único congresal que no votó por Juan Martín de Pueyrredón para Director Supremo, lo acompañó a Córdoba, donde se reunieron con José de San Martín y se decidió llevar adelante el cruce de los Andes hacia Chile.

De regreso a Tucumán, fue uno de los firmantes del acta de la independencia y permaneció en él hasta que debió huir -junto con su comprovincianos- acusados de conspiración al oponerse al traslado del Congreso a Buenos Aires, motivo por el que fueron expulsados.

De regreso a su provincia natal, apoyó al grupo federal y llegó a ver la caída del Directorio tras la batalla de Cepeda. 

Murió en Córdoba el 15 de abril de 1820.

Jerónimo Salguero de Cabrera y Cabrera
Nació en 1794 en Córdoba y se educó en el colegio de Montserrat. 

Recibido de doctor en jurisprudencia, fue asesor y síndico del cabildo de Córdoba. En 1809 fue síndico del mismo cuerpo. 

Partidario de la la Revolución de Mayo, en 1812 fue procurador general de la provincia y asesor del gobernador Francisco Ortiz de Ocampo aunque por su adscripción al partido Federal ayudó a su jefe, el coronel José Javier Díaz, a llegar al gobierno provincial y donde ocupó el Ministerio de Hacienda.

Electo diputado por Córdoba para el Congreso de Tucumán, se destacó por su defensa de las autonomías provinciales, pero fue el único de los diputados cordobeses que siguió al Congreso en su traslado a Buenos Aires.

De regreso a su provincia, se unió al gobernador Juan Bautista Bustos, pero se alejó de la política activa hasta que en 1826 fue enviado como diputado al Congreso de Buenos Aires donde apoyó al grupo federal dirigido por Manuel Dorrego. 

Designado juez en Córdoba fue arrestado tras el derrocamiento de Bustos por parte del general unitario José María Paz. 

Repuesto como juez, fue expulsado del cargo al participar en una asonada contra los hermanos Reynafé lo cual lo obligó a emigrar a Bolivia hasta 1840.

Murió en Córdoba  el 25 de febrero de 1847.

Teodoro Sánchez de Bustamante
Nació en San Salvador de Jujuy el 9 de noviembre de 1778 en una familia cuyo linaje se remontaba a Francisco de Argañaraz y Murguía, fundador de esa ciudad. 

Doctorado en leyes en Chuquisaca, comandó el Cuerpo de Abogados en la derrotada revolución altoperuana de 1809 tras la cual escapó a Jujuy donde, en 1810, fue elegido alcalde de primer voto del cabildo cargo desde el que apoyó la Revolución de Mayo.

Participó del Éxodo Jujeño e integró como auditor de guerra el Ejército del Norte con el que participó de la segunda y tercera campaña al Alto Perú.

En 1816 fue elegido diputado por  Jujuy para el Congreso de Tucumán al que presidió en junio cargo que repitió en noviembre de 1818 con el Congreso, ya instalado en Buenos Aires. 

Fue uno de los redactores de la Constitución de 1819, y. poco después, fue electo diputado por Santiago del Estero para el Congreso Nacional, que nunca llegó a reunirse y fracasó en su intento de reemplazar al general Martín Miguel de Güemes como gobernador de Salta.

Tras la batalla de Cepeda fue arrestado por orden del gobernador Manuel de Sarratea y, un año después, fue elegido diputado por Buenos Aires para el Congreso Federal que se estaba reuniendo en Córdoba a iniciativa de Juan Bautista Bustos, y que fracasó por presión porteña. 

Sin embargo, permaneció en Córdoba, al servicio de Bustos, hasta 1824, año en que regresó a Jujuy tras la muerte de su esposa.

En su provincia natal fue ministro del gobernador Antonio Álvarez de Arenales a quien reemplazó mientras estaba de campaña en el  Alto Perú y quien, a cuyo regreso, lo designó Teniente de Gobernador de Jujuy donde fundó una escuela, rehabilitó las postas del Camino Real y proyectó una carretera que uniera Salta y Orán.

Decantado hacia el bando unitario, tras la victoria federal de 1831, huyó a Bolivia y se radicó en Santa Cruz de la Sierra, donde se dedicó a la enseñanza hasta su muerte el 11 de mayo de 1851.

Pedro Ignacio de Castro Barros
Nació en Chuquis -en la costa de Arauco- el 31 de julio de 1777 y estudió en Santiago del Estero y Córdoba, graduándose como doctor en teología y ordenándose sacerdote. De regreso en La Rioja fundó una escuela y un colegio y fue nombrado párroco de esa ciudad. 

Partidario decidido de la Revolución, fue nombrado diputado a la Asamblea del Año XIII donde impulsó la libertad de vientres e intentó sancionar una constitución. 

Electo diputado al Congreso de Tucumán, firmó el acta de la independencia, y fue partidario de una constitución monárquica pero se plegó a la idea de Fray Justo Santa María de Oro, de consultar a las provincias previamente.

Tras ser asesor económico del gobierno de Juan Martín de Pueyrredón, fue nombrado canónigo de la catedral de Salta, apresado por una partida del gobernador de Santa Fe, Estanislao López, escapó a través del Chaco y consiguió llegar a destino, pero los enfrentamientos internos lo impulsaron a  dejar esa ciudad rumbo a San Juan de donde debió huir por su oposición a la política de Salvador María del Carril.

Instalado en en La Rioja, fundó una escuela a la que dirigió hasta que fue nombrado rector de la universidad de Córdoba. Opositor a la reforma eclesiástica de Rivadavia, creó El Observador Eclesiástico, desde donde la atacó. Además, influyó ante Facundo Quiroga para que declarara la guerra a muerte contra los porteños.

Partidario del gobierno de José María Paz al frente de la provincia de Córdoba, cuando la Liga Unitaria fue derrotada, cayó -otra vez- en manos de Estanislao López quien le permitió predicar hasta que sus ataques al sistema federal hicieron que el caudillo lo embarcara hacia Buenos Aires donde el gobierno lo confinó en un barco por varios meses hasta que se le permitió bajar a tierra.

En 1833 emigró al Uruguay y en 1841 pasó a Chile, donde dio clases en la universidad de San Felipe. Murió en Santiago el 17 de abril de 1849.

Tomás Godoy Cruz
Nació en Mendoza el 6 de marzo de 1791 y estudió en la chilena universidad de San Felipe, donde se graduó de bachiller en Filosofía, Cánones y Leyes. 

En 1814 regresó a Mendoza donde fundó una fábrica de pólvora. 

Elegido diputado al Congreso de Tucumán, al que presidió en 1817 tras su traslado a Buenos Aires y desde el que colaboró con José de San Martín en la preparación del ejército de los Andes para lo cual comprometió, además, su patrimonio personal.

En una carta enviada desde Mendoza el 24 de mayo de 1816 le dice San Martín quien era Gobernador Intendente de Cuyo“ Veo lo que usted me dice sobre que el punto de la independencia no es soplar y hacer botellas.

Yo respondo a usted que mil veces me parece más fácil hacerla que el que haya un solo americano que haga una sola botella”. 

“Ya sabe usted que muy poco entiendo, pero de política menos que nada, pero como escribo a un amigo de toda mi confianza me aventuraré a esparcir un poco de erudición gabinetina; cuidado, que yo no escribo nada más que para mi amigo”.

Así el Libertador le mostraba su plan: “Los americanos de las Provincias Unidas no han tenido otro objeto en su revolución que la emancipación del mando del fierro español y pertenecer a una nación”.

Preocupado por la forma de gobierno, continúa: “¿Podremos constituirnos República sin una oposición formal del Brasil”.

“Seis años contamos de revolución y los enemigos victoriosos por todos lados nos oprimen: falta de jefes militares, y nuestra desunión son las causales. ¡Y se podrán remediar! Puede demostrarse que no podemos hacer una guerra de orden, por más tiempo que el de dos años, por falta de numerario y, si sigue la contienda, no nos resta otro arbitrio que recurrir a la guerra de montonera y en este caso sería hacérnosla a nosotros mismos”.

En otro párrafo continuaba: “Ya está decidido el problema de Inglaterra, nada hay que esperar de ella. Ahora bien, ¿cuál es el medio de salvarnos? Yo lo sé, pero el Congreso lo aplicará como tan interesado en el bien de esos pueblos. Resta saber, que si los tales medios no se toman en todo este año, no encuentro (según mi tosca política) remedio alguno. Se acabó”.

“Mucho me ha tranquilizado lo que usted me dice acerca de la probabilidad de unión del Paraguay y de la Banda Oriental. Dios lo haga, pero yo apostaría un brazo que no se verifica y aseguro a Usted por mi honor, que me alegraría perderlo: el tiempo por testigo”.

Electo gobernador de su provincia en 1820, ordenó el fusilamiento de del caudillo chileno José Miguel Carreras cuyas montoneras fueron derrotadas por el general José Albino Gutiérrez.

En 1830 fue designado gobernador interino tras el triunfo unitario y, posteriormente, fue ministro del gobernador José Videla Castillo, hasta que la derrota ante Facundo Quiroga lo impulsa al exilio en Chile del que regresará bajo la protección del caudillo José Félix Aldao, para dedicarse a la agricultura y la cría de gusanos de seda. 

Falleció el 15 de mayo de 1852. 

Juan Agustín Maza
Nació en Mendoza el 4 de mayo de 1784 y se doctoró en Derecho en la universidad chilena de San Felipe. 

Desde el cabildo mendocino adhirió a la Revolución de Mayo y realizó numerosos aportes para la formación del ejército de los Andes.

En 1816 fue electo diputado ante el Congreso de Tucumán y fue uno de los firmantes del acta de la independencia y partidario del sistema republicano. 

Electo vicepresidente del Congreso, al trasladarse a Buenos Aires presidió el cuerpo en noviembre de 1817.

De regreso en Mendoza participó de la destitución del gobernador Pedro Molina, a quien sucedió durante un día hasta que fue reemplazado por un Triunvirato. 

Durante la administración de Juan Rege Corvalán, fue presidente de la Junta de Representantes y ministro de Gobierno.

Cuando las tropas unitarias de José Videla Castillo invadieron Mendoza por órdenes de José María Paz, Maza junto con otros federales se refugiaron en las tolderías del cacique mapuche Coleto, ubicadas en las cercanías de Malargüe.

Fueron traicionados y lanceados el 11 de junio de 1830.

José Francisco Ignacio de Gorriti y Cueto
Nació en San Salvador de Jujuy el 30 de julio de 1770 y estudió en Córdoba junto a su hermano Juan Ignacio -quien sería un famoso canónigo- en el colegio Monserrat para pasar, luego, a Chuquisaca donde se recibió de doctor. 

La muerte de su padre lo convocó a Rosario de la Frontera para administrar la hacienda familiar.

 En ese tiempo se casó con Feliciana Zuviría, con la cual tuvo a JuanaManuela, la escritora que se casaría con el futuro presidente de Bolivia, Manuel Isidoro Belzu.

En 1806 equipó a soldados para repeler las invasiones inglesas y en 1808 comenzó a conspirar contra los españoles junto con José Moldes y Francisco de Gurruchaga lo cual hizo que en 1810 adhiriera a la Revolución de Mayo.

En la primera línea, de fuego formó la partida de Baqueanos para el Ejército del Norte y el Cuerpo de Patriotas Decididos que incorporó a las fuerzas de Martín Miguel de Güemes junto a quien peleó contra los realistas en los valles calchaquíes.

Aprovisionó al Ejército del Norte cuando pasó por Salta y auspició económicamente a Güemes para que formara el Escuadrón de Salteños, mientras que hostilizó a las tropas de Pío Tristán en la retirada del Ejército del Norte hacia Córdoba participando en las batallas de Las Piedras y Tucumán.

Electo diputado al Congreso de Tucumán, fue firmante de la independencia y participo en los debates hasta que en 1817, con el Congreso ya en Buenos Aires, renunció para volver a Salta a luchar contra los realistas. 

Elegido senador al disuelto Congreso de 1819, fue ministro de Güemes y gobernador interino de la provincia desde donde derrotó a Marquiegui en la jornada del Día Grande de Jujuy.

De 1827 a 1829 volvió al Ejecutivo provincial desde donde introdujo la vacunación antivariólica, fomentó la educación pública y legisló sobre el ejercicio de la medicina y la salud pública.

En las guerras civiles fue derrotado por Facundo Quiroga y debió emigrar en 1831 a Bolivia, pobre y cargado de hijos. 

Falleció en la boliviana Sucre el 9 de noviembre de 1835. 

Fray Justo Santa María de Oro y Albarracín
Nació en San Juan el 30 de junio de 1772 y a los 17 años cruzó a Chile, donde ingresó en la orden de los Dominicos hasta que fue expulsado en 1814 por el general José Miguel Carrera.

En el país trasandino dejó dejado en funcionamiento una red clandestina de comunicación a través de sus hermanos de congregación que sería aprovechada por el general José de San Martín para enviar sus correos secretos.

En 1816 fue elegido diputado al Congreso de Tucumán donde fue uno de los impulsores de la declaración de la independencia y de la forma republicana de gobierno hasta que renunció cuando se trasladó a Buenos Aires. 

Deportado por el Directorio a Chile, fue consagrado como superior de los Dominicos de ese país.

Diez años después, regresó a San Juan fue designado vicario apostólico. 

Allí construyó la catedral local, mejoró las escuelas religiosas de la ciudad y fundó una para mujeres. 

Accedió al purpurado en 1830 y se retiró de la política ante la imposibilidad de evitar las luchas entre entre unitarios y federales.

Murió en San Juan el 19 de octubre de 1836.

Pedro Francisco de Uriarte
Nació en Santiago del Estero el 29 de junio de 1758. Huérfano de niño, fue educado por los franciscanos para, luego, estudiar artes y teología, ordenarse y doctorarse en la universidad de Córdoba.

Dejó su carrera eclesiástica en Buenos Aires para ocupar el recién creado curato de Loreto, Santiago del Estero. 

Patriota convencido, apoyó la Revolución de Mayo y recaudó dinero para apoyar las expediciones al norte, además de ser elegido por el cabildo santiagueño como representante a la Junta Grande. 

Electo diputado al Congreso de Tucumán, fue uno de los firmantes de la declaración de la independencia.

Con el Congreso trasladado a Buenos Aires, propuso por la repartición de tierras, se opuso a entronizar al duque de Luca en el Plata e intervino en la sanción de la constitución de 1819.​

Disuelto el congreso, fue arrestado por orden de Manuel de Sarratea para ser liberado a los dos meses. 

De regreso a Santiago del Estero, se encontró con la guerra que su provincia llevaba adelante contra Tucumán para lograr su autonomía por lo que optó refugiarse en su parroquia de Loreto. donde permaneció hasta 1830 cuando fue arrestado por el gobernador Juan Felipe Ibarra, quien lo encarceló en El Bracho y lo liberó tras el pago de un rescate. 

De regreso en Loreto, falleció a los 81 años, el 30 de agosto de 1839 mientras celebraba misa.

Pedro León Díaz Gallo
Nació en Santiago del Estero, el 27 de junio de 1782. Educado en el cordobés colegio de Monserrat, donde se ordenó de presbítero, se tituló en Filosofía en la universidad de San Carlos. 

De regreso a su provincia, inició su carrera de sacerdote en Loreto, junto a Pedro Francisco de Uriarte junto a quien fue elegido diputado al Congreso de Tucumán.

Cuando el Congreso se trasladó a Buenos Aires, ejerció la presidencia del cuerpo y defendió la Constitución unitaria de 1819. 

Disuelto el Congreso en 1820, fue arrestado por Sarratea y, tras dos meses de cárcel, regresó a Santiago del Estero, donde participó del movimiento autonomista que buscaba separarse de Tucumán.

Fue ministro del primer gobernador santiagueño,  Juan Felipe Ibarra, y uno de los firmantes del tratado de paz entre ambas provincias.

Electo diputado para el congreso constituyente de 1826, optó por ser párroco de Santiago e integrar la legislatura provincial. 

Tras la toma del gobierno local por parte de Manuel Taboada, decidió marcharse a Tucumán, pero fue apresado y torturado. 

Puesto luego en libertad, se exilió en Tucumán, donde falleció el 16 de febrero de 1852.​

Pedro Joseph Miguel Aráoz
Nació en San Miguel de Tucumán el 20 de junio de 1759 en una tradicional familia muy vinculada a la política. 

Fue tío del general Gregorio Aráoz de Lamadrid, y de los coroneles Francisco Aráoz de Lamadrid, José Ignacio Helguero y del gobernador Bernabé Aráoz, su sobrino segundo.

Estudió teología en el porteño Real Colegio de San Carlos, y se ordenó sacerdote y doctoró en la universidad de Córdoba. 

Docente, ejerció en Buenos Aires y Salta hasta que regresó a Tucumán donde fue cura párroco y rector de la iglesia matriz cargo que ocupó hasta su muerte.

En 1812, junto con Bernabé Aráoz y Rudecindo Alvarado integró la representación vecinal que convenció a Manuel Belgrano que dejara de retroceder y plantara cara a los realistas, gracias a lo cual las armas patriotas vencieron en la batalla de Tucumán. 

Cuentan que Belgrano puso como condición que los tucumanos aportaran 1.500 jinetes y que Aráoz prometió 3.000, promesa que habría cumplido.

Sumado al ejército del Norte, fue capellán de los Dragones Tucumanos y fue reconocido por Belgrano en el parte de la victoria de Salta.

En 1816 fue elegido por diputado al Congreso de Tucumán y fue uno de los firmantes del acta de la independencia, al tiempo que postulaba a la monarquía como forma de gobierno. 

Luego del traslado a Buenos Aires y regresó a San Miguel.

En 1820 fue diputado al Congreso de los Pueblos de Tucumán, Catamarca y Santiago que votó la formación de la efímera República de Tucumán, presidida por su sobrino Bernabé Aráoz y cuya legislatura presidió. 

En esa función, sancionó leyes como la de libertad de imprenta, la creación de un banco, redactó la constitución y creó el primer periódico de esa provincia: El Tucumano Imparcial.

También firmó en representación de Tucumán el tratado de Vinará que reconoció la creación de la provincia de Santiago del Estero. 

Tras la caída de la República de Tucumán y el fusilamiento de Bernabé Aráoz, se alejó de la política y murió en la ciudad que lo vio nacer el 18 de junio de 1832.

José Ignacio Thames
Nació en San Miguel de Tucumán el 15 de agosto de 1762 y estudió en la Universidad de Córdoba donde se doctoró en teología.

De regreso, ejerció su ministerio en Catamarca y fue canónigo de la catedral de Salta desde donde presidió la Junta que eligió diputados al congreso al mismo tiempo que él fue elegido por Tucumán.

Allí, tuvo una actuación destacada: firmó el acta de la independencia e impulsó una monarquía inca como forma de gobierno. 

Con el congreso en Buenos Aires, renunció y regresó a Salta a ocupar su puesto de canónigo, desde donde volvió a Tucumán para integrar la sala de Representantes, tras lo cual volvió a El Alto para ejercer de párroco.

Falleció en Tucumán el 9 de febrero de 1832. 

Tenía 71 años.

Pedro Ignacio Rivera
Nació en junio de 1753 en Mizque, una localidad cochabambina en lo que era el Alto Perú, y se graduó en derecho civil en la Universidad de Chuquisaca, ciudad donde ejerció como abogado.

Incorporado como coronel a las milicias mizqueñas, participó en el movimiento revolucionario en 1809. 

Posteriormente, representó a su ciudad en la Asamblea General Constituyente del año XIII, para, luego, integrar el Congreso de Tucumán donde solicitó el auxilio militar para el Alto Perú y firmó el acta de la independencia.

Favorable de “adoptar la forma monárquica temperada, bajo la dinastía de los antiguos incas”, fue autor del proyecto de formación de un ejército nacional al que cada provincia debía aportar efectivos en una proporción del cinco por ciento de su número de habitantes.

Ya en Buenos Aires, intervino en los debates y sanción de la Constitución de 1819 y falleció en esa ciudad el 17 de febrero de 1833.

Mariano Sánchez de Loria
Nació en la altoperuana La Plata -la actual Sucre, la antigua Chuquisaca- el 24 de septiembre de 1774  en cuya universidad se doctoró en ambos derechos.

Participó de la revolución de 1809 y, en 1816, fue electo como diputado por Charcas, es decir Chuquisaca, para el congreso de Tucumán donde apoyó el proyecto de una monarquía incaica para las Provincias Unidas.

Tras el Congreso se radicó en Buenos Aires donde ejerció la abogacía hasta que la muerte de su esposa lo decidió a regresar a Chuquisaca donde se ordenó sacerdote y fue canónigo de la catedral de esa ciudad.

Designado párroco de Tacobamba, en Potosí, murió allí el 2 de agosto de 1842.

José Severo Feliciano Malabia
Nació en la altoperuana Chuquisaca el 15 de mayo de 1787, ciudad en la que se doctoró y ejerció como abogado, hasta que debió escapar tras apoyar la derrotada revolución de 1809 para radicarse en Tupiza al sur de la actual Bolivia. 

La llegada del Ejército del Norte y la victoria de Suipacha le permitió regresar a su ciudad natal en la que permaneció hasta 1815 cuando fue electo fue electo diputado al Congreso de Tucumán. 

Alineado con el centralismo monárquico porteño fue uno de sus arietes contra el salteño José Moldes y un eficaz negociador a la hora de sumar voluntades a la idea de coronar un rey.

Firmante del acta de la independencia, acompañó al congreso a Buenos Aires, y firmó la constitución unitaria de 1819. 

Tras la disolución del congreso, en 1820, fue acusado de apoyar el intento de coronar al príncipe de Luca.

Enrolado con los unitarios de Bernardino Rivadavia, fue electo diputado provincial y enviado como secretario del general Juan Gregorio de las Heras en una misión ante el virrey del Perú. 

Fracasada la gestión, reincidió en otra ante el gobierno de la flamante Bolivia que, encabezada por el general Carlos María de Alvear, buscaba recuperar la intendencia de Tarija. 

El resultado fue nulo. en gran parte, gracias a él.

Previsor, volvió a Charcas donde ocupó varios cargos, hasta que fue designado embajador de Bolivia ante Buenos Aires. 

En su retorno al Plata militó en la oposición al gobernador Juan Manuel de Rosas por lo cual debió exiliarse en Montevideo desde donde pasó a Lima como embajador boliviano ante el gobierno del Perú. 

Designado ministro de la Suprema Corte de Justicia boliviana, la ascensión al poder de Andrés de Santa Cruz lo hizo huir a Buenos Aires donde, autorizado por Rosas, vivió hasta su muerte en 1849.

José Andrés Pacheco de Melo
Nació en Salta el 17 de octubre de 1779 fue compañero de estudios de Martín Miguel de Güemes hasta que ingresó en el seminario cordobés de Nuestra Señora de Loreto donde se ordenó sacerdote.

Párroco de Livi-Livi en el partido altoperuano de Chichas, asistió a la tropas patriotas de la expedición auxiliadora. 

Electo diputado por Chichas para el Congreso de Tucumán, firmó la Declaración de la independencia.

Tras el Congreso se mudó a Buenos Aires y, posteriormente, fue ministro de Gobierno en Mendoza y participó en gestiones de paz en los conflictos civiles de Córdoba y San Juan para retirarse de la vida pública.

Se cree que murió a fines de la década de 1820. 

Algunas fuentes sostienen que fue en Mendoza, otras indican que fue en Chichas.​

José Moldes
Nació en Salta el 1 de enero de 1785 y era hijo de Juan Antonio Moldes y González, un gallego dueño de “una de las casas comerciales más poderosas de Sudamérica” lo que lo llevó a ser alcalde de Salta.

En 1803 se trasladó a España para realizar estudios superiores y allí se incorporó como cadete en el selecto cuerpo de Guardias del Rey alcanzando en el campo de batalla contra los franceses el grado de teniente primero.

Influido por Francisco de Miranda en 1807, junto a su amigo Francisco de Gurruchaga, presidió la Conjuración de Patriotas

En 1808 cayó prisionero de los franceses, pero logró escapar, tras lo cual contactó con otros americanos con los que formó en Cádiz la base de la Logia Lautaro. 

Acusado junto con Gurruchaga y Juan Martín de Pueyrredón fueron encarcelados pero lograron escapar y embarcarse hacia Buenos Aires donde adhirió a los grupos que conspiraban por la independencia y cuyas ideas difundió por las ciudades del interior.​

Tras la Revolución de Mayo puso su fortuna personal al servicio de la causa patriota y fue teniente gobernador de Mendoza, intendente de Cochabamba y coronel del Ejército Auxiliar del Alto Perú. 

También se destacó en la batalla de Tucumán, fue jefe de policía de Buenos Aires y representó a Salta en la Asamblea del año XIII. 

Además, comandó el regimiento de Granaderos de Infantería con el cual participó del sitio y la toma de Montevideo.

Su carácter firme y su defensa de las autonomía provinciales lo pusieron en la mira de los directoriales al punto que el director supremo Gervasio Antonio Posadas lo exilió a la Patagonia tras la denuncia del salteño acerca de tratativas entre éste y agentes del rey de España para favorecer una ocupación militar.

Electo diputado al Congreso de Tucumán por Salta, su incorporación fue cuestionada por Tomás Godoy Cruz para erosionar su candidatura como nuevo Director Supremo apoyada por Martín Miguel de Güemes y otros referentes del emergente federalismo. 

Finalmente, fue elegido su viejo amigo Juan Martín de Pueyrredón con quien se enemistó. 

Enfrentado a varios miembros del Congreso, criticó las ideas monárquicas de Belgrano, lo que le valió la cárcel y ser deportado a Valparaíso donde fue encarcelado por orden de San Martín.

En 1819 escapó y regresó a Buenos Aires, donde fue opositor a todos los gobiernos; hasta que, finalmente apoyó a Manuel Dorrego. 

En 1822 se radicó en Córdoba como aliado del gobernador Juan Bautista Bustos. 

Dos años después regresó a Buenos Aires, donde denunció el robo de fondos públicos.

Murió el 18 de abril de 1824, posiblemente envenenado. 

Tenía 39 años.

Juan José Feliciano Fernández Campero
Nacido Juan José Feliciano Fernández Campero y Pérez de Uriondo Martiarena en la jujeña San Francisco de Yavi el 15 de junio de 1777, fue IV Marqués del Valle de Toxo, conde de Jujuy, vizconde de San Mateo, Caballero de la Orden de Carlos III y Coronel Mayor graduado de los Ejércitos de las Provincias Unidas del Río de la Plata, lo que lo posiciona en uno de los dos casos de nobleza otorgado en el actual territorio argentino – el otro fue Santiago de Liniers, conde de Buenos Aires- y en uno de los dos nobles – junto con el de Eduardo Kaunitz, barón de Holmberg. que luchó en las filas patriotas.

Pariente de Martín Miguel de Güemes, en 1813 era gobernador de Salta y jefe de la caballería realista que se aprestaba a luchar en la batalla de Salta. 

Tras fracasar en su mediación para evitar el combate, a instancias de la patriota Juana Gabriela Moro, decidió defeccionar y pasarse a la causa independentista. 

Tras ese compromiso, se retiró del campo y facilitó el triunfo del ejército comandado por Manuel Belgrano quien lo nombró su edecán y comandante de la Puna, en tanto el director supremo Gervasio Antonio de Posadas lo designó coronel del Ejército del Norte.

Incorporado a la Guerra Gaucha a las órdenes de su primo en la primera línea de frontera, equipó un ejército sostenido a sus expensas de más de seiscientos jinetes conocidos como ejército peruano con el que participó en la victorias de Puesto del Marqués y Colpayo, en un período en el que se produjeron cuarenta combates.

Electo diputado al Congreso de Tucumán por el partido potosino de Chichas, cuya cabecera es Tupiza, no pudo incorporarse a causa de que intentaba detener el avance de las tropas realistas de José de la Serna que trataban de llegar a Tucumán.

El 15 de noviembre de 1816, fueron sorprendidos por coronel realista Guillermo Marquiegui quien lo tomó prisionero junto a 36 oficiales y 340 combatientes en la llamada Sorpresa de Yavi.

Trasladados junto con el resto de la población de Yavi a Potosí, sufrieron terribles represalias como el degüello en la plaza potosina de más de 40 prisioneros.

Mientras tanto, Fernández Campero -tras una breve fuga- era trasladado al Callao para ser enviado a España bajo la acusación de traición a la corona pues era noble de sangre y había formado parte de sus ejércitos. 

De nada sirvieron las gestiones de Güemes, San Martín, Belgrano y el mismo congreso para intentar un cambio de prisioneros.

Tras más de dos años en las mazmorras realistas del fuerte Real Felipe de El Callao, fue embarcado rumbo a España. 

Con su salud quebrada, lo desembarcaron en el puerto de Kingston, Jamaica, donde murió el 22 de octubre de 1820 a los 43 años.

Firmó su testamento como “coronel mayor del Ejército de las Provincias Unidas del Río de la Plata”. 

Casi dos siglos después, el 9 de abril de 2010, sus restos inhumados simbólicamente en el atrio de la catedral jujeña. 

Allí el Marqués de la Guerra Gaucha reposa junto a Teodoro Sánchez de Bustamante y los hermanos Gorriti.

Miguel Calixto del Corro
Nació en Córdoba el 14 de octubre de 1775. Estudió en el Colegio Montserrat y en la universidad de local donde se graduó en Teología y, posteriormente, fue ordenado.

Independentista convencido, desde 1809 hizo circular escritos en tal sentido que pusieron en alerta a las autoridades españolas. 

Partidario de la Revolución de Mayo, fue elegido diputado a la Asamblea de 1813, aunque no llegó a incorporarse.

En 1816, asumió el rectorado de la universidad de Córdoba y, al poco tiempo, fue electo diputado al Congreso de Tucumán en reemplazo del deán Gregorio Funes.

Del Corro fue designado para iniciar gestiones con los pueblos del litoral que estaban bajo la órbita de José Artigas y que no se habían sumado al Congreso, por lo cual no estuvo presente el 9 de julio y no firmó el acta de declaración de la independencia. 

Reincorporado al Congreso, se negó a trasladar las sesiones a Buenos Aires y se retiró. 

Rector nuevamente de la universidad, en 1829, fue designado representante de Santiago del Estero en la convención que encargó a José María Paz la jefatura militar de la Liga del Interior para combatir a Juan Manuel de Rosas. 

Tras la captura de Paz por Facundo Quiroga, se retiró al interior cordobés para regresar, ya ciego, a la capital provincial donde falleció el 16 de septiembre de 1841.

Pedro Buenaventura Carrasco
Nació en Cochabamba el 14 de julio de 1780 y se graduó en teología en Chuquisaca y en medicina en la universidad limeña de San Marcos. 

Instalado en Buenos Aires prestó servicios médicos durante las Invasiones Inglesas y fue cirujano del Regimiento de Patricios.

De regreso al Alto Perú, participó en la revolución de Chuquisaca de 1809 y en la cochabambina de 1810. 

Electo para integrar la Junta Grande, participó como médico en el combate de Aroma y tuvo a su cargo la recepción del representante de la Primera Junta, Juan José Castelli, quien lo nombró Ministro Tesorero de las Reales Cajas de Cochabamba.​

Tras el desastre de Huaqui, se sumó como cirujano mayor del Ejército del Norte a órdenes de Manuel Belgrano donde permaneció hasta su elección como diputado a la Asamblea del Año XIII, aunque no llegó a incorporarse. 

Electo diputado para el Congreso de Tucumán, recién pudo incorporarse en agosto por lo cual no firmó al acta de la independencia. 

Tras la instalación del Congreso en Buenos Aires, integró la comisión que participó en las negociaciones con Portugal para obtener la devolución de la Banda Oriental y de la redacción de la Constitución de 1819.

Tras la caída del directorio fue apresado por orden de Sarratea. 

Liberado, pasó el resto de su vida dedicado a su profesión de médico y fue uno de los fundadores de la Academia Nacional de Medicina.

​Falleció en Buenos Aires el 13 de julio de 1839.

Juan Martín de Pueyrredón y O'Dogan

Nació en Buenos Aires, el 18 de diciembre de 1777, hijo de un comerciante francés a cuya muerte – en 1795 – fue enviado al puerto español de Cádiz para hacerse cargo del negocio familiar y redondear una importante fortuna.

De regreso, combatió en 1806 contra los ingleses que lo derrotaron en Pedriel mientras entrenaba una milicia que había reclutado, aunque logró unirse al ejército que Santiago de Liniers trajo de Montevideo y participó de la Reconquista de Buenos Aires.

Designado primer comandante del regimiento de Húsares de Buenos Aires, el cabildo de Buenos Aires le encomendó que partiera a Madrid en busca de ayuda para romper el bloqueo naval inglés. 

Sin éxito en sus gestiones y tras la invasión francesa a España, regresó a Montevideo en enero de 1809, donde fue arrestado por el gobernador Francisco Javier de Elío, enemigo del virrey Santiago de Liniers.

Tras fugarse, en Buenos Aires intentó convencer a Liniers que no entregara el mando al nuevo virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros por lo cual fue nuevamente arrestado y permaneció encarcelado hasta lograr escapar a Río de Janeiro donde se enroló en el carlotismo.

Designado por la Primera Junta gobernador intendente de Córdoba, apoyó al Ejército del Norte​ y en enero de 1811 se sumó a la Expedición Auxiliadora a la s provincias de Arriba en la altoperuana Chuquisaca, hasta que tras el desastre de Huaqui se retiró a Potosí junto con los restos derrotados del ejército.

Aunque lograron llevarse de la villa imperial toda la plata amonedada y sin acuñar que fue enviada a Salta, Pueyrredón fue nombrado al frente de las tropas a las que no supo reorganizar y que fueron nuevamente derrotadas en el combate de Nazareno por lo cual siguó retrocediendo hasta Yatasto donde fue reemplazado por Manuel Belgrano.​

De regreso a Buenos Aires, integró el Primer Triunvirato desde el que encargó al recién llegado José de San Martín la creación de un regimiento de Granaderos a Caballo y puso fin a la matanza de españoles desatada tras el desbaratamiento de la supuesta conspiración de Martín de Álzaga. 

Su labor como triunviro llegó a su fin de la mano de un golpe de estado dirigido por San Martín y la Logia Lautaro que obligó al cabildo a nombrar otro triunvirato.​

Confinado a San Luis, donde se dedicó al comercio y la agricultura, en 1814 fue visitado por San Martín, con quien volvió a verse en Mendoza donde fue convencido del plan continental de llegar a Perú a través de Chile. 

Otra vez en Buenos Aires, fue elegido diputado por San Luis al Congreso de Tucumán, por presión de San Martín sobre el cabildo puntano.​

 Electo por el Congreso como Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, debió volver a la capital por lo cual no firmó el acta de la declaración de la independencia.

Su gestión al frente del directorio estuvo concentrada en apoyar el plan sanmartiniano para lo cual integró su gabinete con gentes de diversas procedencias  que sólo coincidían en un punto: la victoria y la independencia aún a costa de volver impracticable cualquier otra iniciativa. 

“No me vuelva usted a pedir más, si no quiere recibir la noticia de que he amanecido ahorcado en un tirante de la Fortaleza”, le escribió a San Martín.

Para cumplir el ideal de la Logia Lautaro: un estado constitucional, liberal y unitario no dudó en perseguir y desterrar opositores, atacar a los partidarios del federalismo y hasta invitó al gobierno portugués a invadir la Banda Oriental para deshacerse de Artigas. 

También ordenó trasladar el Congreso de Tucumán a Buenos Aires y expulsar quienes se opusieran.

Tras jurar la Constitución de 1819, renunció al cargo de Director Supremo y fue reemplazado por el general José Rondeau, quien continuó su política hasta que fue derrotado por Estanislao López y Francisco Ramírez en Cepeda lo que provocó la caída del directorio y la asunción como gobernador de Buenos Aires de Manuel de Sarratea, quien arrestó a Pueyrredón bajo el cargo de traición a la patria por sus invasiones a las provincias y por el apoyo a la invasión portuguesa, aunque, luego lo ayudó a escapar a Montevideo, donde se puso bajo protección lusa.

Regresó a Buenos Aires en 1821 y sólo desempeñó papeles menores, aunque tuvo una efímera vuelta al primer plano cuando en 1829 intentó mediar entre Juan Lavalle y Juan Manuel de Rosas en cuyo segundo gobierno decidió exiliarse y se radicó primero en Burdeos, luego en Río de Janeiro y, finalmente, en París desde donde volvió en 1849.

Murió el 13 de marzo de 1850.

Publicado en InfoRegión el 9 de julio de 2020


El acta de la independencia
El lugar fue la casa de Francisca Bazán de Laguna, erigida en la Calle del Rey de la "benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán" donde e
l 24 de marzo de 1816 comenzó a sesionar el Congreso de las Provincias Unidas de Sud América.

El 8 de julio de 1816 dicen que Juan José Paso y José Serrano redactaron la declaración de la independencia.

Al día siguiente - el 9 de julio- los diputados declararon que era "voluntad unánime e indubitable" de estas provincias "investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli".

El 19 de julio y en sesión secreta se agregó a esa declaración "y de toda dominación extranjera", a la frase "del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli", una iniciativa del congresal porteño Medrano para desbaratar los planes portugueses e ingleses.

El 13 de agosto, el director supremo, Juan Martín de Pueyrredón, dispuso imprimir 1500 copias del acta para ser distribuidas en todo el territorio y, por moción del diputado José María Serrano, -quien posteriormente presidiría el congreso que declaró la independencia altoperuana- se hicieron 500 copias en quechua y otras tantas en aimara con traducciones a cargo de él mismo y de Jose Malabia, ambos congresales por la altoperuana Charcas.

¿Y el acta original? Pues pasó lo que siempre pasa en esta patria de revoluciones perdidas: se extravió.

Hay quienes dicen que fue robada a fines de agosto o comienzos de septiembre de 1816 ocurrió cuando un joven oficial porteño, llamado Cayetano Grimau y Gálvez fue comisionado por el Congreso para llevarle documentos a Manuel Belgrano y a Juan Martín de Pueyrredón.

Apenas escoltado fue sorprendido en Córdoba por soldados de Artigas y que uno de ellos, el "inglés García"  se la robó.

Otra teoría pone los sucesos en la Buenos Aires de 1833 gobernada por juan Manuel de Rosas. Allí, el suizo César Hipólito Bacle quien estaba a cargo de la Litografía de Estado habría tenido el acta original con las 29 firmas y habría querido llevarla consigo a Chile donde había sido contratado. 

Para evitar que Baclé se fuera, Rosas lo encarceló en 1837 durante meses para liberarlo, loco y enfermo, a fines de ese año. Su libertad duró menos de una semana: murió y esa muerte fue la excusa francesa para bloquear el puerto de Buenos Aires.

Hay quienes dicen que el acta se perdió en el taller; otros acusaron a Rosas de quedársela y llevarla con él a Southampton.

En 1916 el presidente Victorino de la Plaza ordenó la búsqueda del acta sin resultados. 

Medio siglo después, Arturo Illia dio la misma orden. pero, aunque no apareció el acta, en un convento salesiano se encontraron 3100 documentos originales relacionados al Congreso de Tucumán.

Illia nunca se los llevó a su casa como pasaría con otros documentos y otros gobernantes cinco décadas más tarde.

Comentarios

Entradas populares

Contactame

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *