Dos soledades



Somos dos soledades
que porfían en desencontrarse.

Porque nuestro sino pareciera ser
buscarnos para, después, separarnos
para nuevamente extrañarse
mientras atesoramos recuerdos.

Indago en tus laberintos y concluyo
que no soy ninguna de tus palabras
pero, sin embargo, me nombrás en todas.

Dos perdedores que tuvieron el coraje para elegirse
para escribirnos con los dedos mojados en vino
letras que revelan las geografías de nuestras cicatrices
hechas en esa travesía que habita entre dos miradas.

Por eso cuanto más te miraba, más te veía
a pesar de acorazarte tras tu gesto
de mujer de piedra oculta en máscara de piedra
en la que, a pesar tuyo, te acorazabas
hasta volverte llanto sordo
que busca arrullo para poder dormirse y soñar.

No se si pasó o si volverá a pasar.
Sólo sé que si sucede estaré preparado.

Gerardo Cadierno

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