Salve, ¡oh patria!, Himno Nacional de Ecuador
Por Gerardo Cadierno. Salve, ¡oh patria! es el Himno Nacional de la República del Ecuador. Su letra fue escrita por el poeta ambateño Juan León Mera y su música es obra del compositor francés Antonio Neumane Marno, quien se inspiró en la del Himno a Pío IX de Gaetano Magazzari.
Estrenado el 10 de agosto de 1870, durante la segunda presidencia de Gabriel García Moreno, como muchos himnos también sufrió reformas y conoció variantes hasta lograr su forma definitiva en 1948.
Es la composición musical patriótica que representa al país y que, junto con la bandera y el escudo, tiene la categoría de símbolo patrio.
Durante las guerras de la independencia en la Gran Colombia se compusieron contradanzas y polonesas, de tipo patriótico que es muy probable que hayan sonado en los salones quiteños para honrar a Simón Bolívar y Antonio José de Sucre tras la batalla de Pichincha conseguidas por las lanzas libertadoras.
Una de estas danzas, de origen venezolano, fue Gloria al bravo pueblo.
Tras la disolución de la Gran Colombia y instauración de la República del Ecuador, en 1830, hubo varias iniciativas por imponer un canto nacional.
El poeta guayaquileño José Joaquín de Olmedo escribió una a instancias del primer presidente ecuatoriano, el general Juan José Flores, que no llegó a ser musicalizada ni logró difusión.
Posteriormente, hubo otro poema anónimo que bautizado Canción ecuatoriana llegó a ser publicado en la Gaceta del Gobierno del Ecuador pero, no fue oficializado.
En 1838, aparece otra en el folleto Poesías del General Flores en su retiro de La Elvira, publicada en la imprenta del Gobierno que tampoco logró ser declarada himno.
Fue en 1860, tras la victoria de Manuel García Moreno sobre los secesionistas de Guayaquil comandados por Guillermo Franco, que se decidió dotar al país de símbolos nacionales estables y se adoptó la actual bandera tricolor heredera de la grancolombiana, se impuso el escudo y se presentó al Congreso una propuesta del músico argentino Juan José Allende, que colaboraba con el ejército del Ecuador, para dotar de música la letra de Olmedo de 1830, pero la iniciativa no logró una adhesión significativa.
En ese marco, y a pedido del presidente del Senado, Nicolás Espinosa, el poeta ambateño Juan León Mera Martínez presentó a los congresales una letra para el himno que fue enviada a Guayaquil para que el francés Antonio Neumane le ponga música.
Finalmente, en la Plaza de la Independencia de Quito, el 10 de agosto de 1870 la banda del Batallón Nº 2 y la Compañía Lírica de Pablo Ferreti estrenaron oficialmente el himno.
Posteriormente, en 1901, se presentó lo que hoy constituye su introducción compuesta por Domingo Brescia y Enrique Marconi.
Pese a las protestas de algunos sectores por el tono antiespañol de la letra, ésta no sufrió cambios. "No cambiaré la letra del himno nacional porque no es letra de cambio", explicó su autor.
Los debates continuaron y hubo variaciones oficiosas a la letra hasta que, en 1948, el gobierno de Carlos Julio Arosemena Tola, tras un dictamen de una comisión de notables normalizó la letra y música para que el Congreso las declare intangibles.
Posteriormente, la dictadura del Consejo Supremo de Gobierno, decretó en 1977 la supresión de ciertas repeticiones para abreviarlo.
Finalmente, el 15 de marzo de 2001 el Congreso Nacional declaró la oficialidad e intangibilidad de la letra y música del himno, "con la tonalidad en mi mayor en la introducción, el coro, la estrofa y el coro."
Hoy se canta las segundas estrofas y los coros
Al reconocer la constitución ecuatoriana al kichwa como lengua oficial de relación intercultural se realizó una versión del himno en este idioma y se adoptó la traducción del colteño Pedro Bahua Huacho en 1967.
En negrita las partes que se cantan actualmente.
Coro
Salve, ¡oh patria mil veces oh patria!
¡Gloria a ti! (4 veces)
Ya tu pecho, tu pecho rebosa,
gozo y paz ya tu pecho rebosa,
y tu frente y tu frente radiosa
más que el sol contemplamos lucir.
I
Indignados tus hijos del yugo
que te impuso la ibérica audacia,
de la injusta y horrenda desgracia
que pesaba fatal sobre ti,
santa voz a los cielos alzaron,
voz de noble y sin par juramento,
de vengarte del monstruo sangriento,
de romper ese yugo servil.
II
Los primeros los hijos del suelo
que, soberbio, el Pichincha decora,
te aclamaron por siempre señora,
y vertieron su sangre por ti.
Dios miró y aceptó el holocausto,
y esa sangre fue germen fecundo
de otros héroes que atónito el mundo
vio en tu torno a millares surgir.
III
De estos héroes al brazo del hierro
nada tuvo invencible la tierra,
y del valle a la altísima sierra
se escuchaba el fragor de la lid.
Tras la lid, la victoria volaba,
libertad tras el triunfo venía,
y al león destrozado se oía
de impotencia y despecho rugir.
IV
Cedió al fin la fiereza española,
y hoy, oh Patria, tu libre existencia
es la noble y magnífica herencia
que nos dio el heroísmo feliz.
De las manos paternas la hubimos,
nadie intente arrancárnosla ahora,
ni nuestra ira excitar vengadora
quiera, necio o audaz, contra sí.
V
Nadie, oh Patria, lo intente.
Las sombras de tus héroes gloriosos nos miran,
y el valor y el orgullo que inspiran
son augurios de triunfos por ti.
Venga el hierro y el plomo fulmíneo,
que a la idea de guerra y venganza
se despierta la heroica pujanza
que hizo al fiero español sucumbir.
VI
Y si nuevas cadenas prepara
la injusticia de bárbara suerte,
¡gran Pichincha! prevén tú la muerte
de la Patria y sus hijos al fin.
Hunde al punto en tus hondas entrañas
cuanto existe en tu tierra, el tirano
huelle solo cenizas y en vano
busque rastro de ser junto a ti.
El himno se interpreta en ocasiones solemnes, en eventos públicos oficiales y ceremonias de menor importancia, como partidos de fútbol o eventos escolares en la mañana. Se ejecuta al instalarse las sesiones de la Asamblea Nacional, en los actos solemnes en el Palacio de Carondelet y en las ceremonias civiles y militares.
La grabación más conocida y tocada es la realizada por el Coro Ciudad de Quito
Una versión corta se utiliza como parte de los honores al Presidente del Ecuador y se ejecuta luego del toque de corneta. También se transmite al inicio y al final de las transmisiones de la televisión y radio públicos y privados.
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