Sueño


Lo que fuera que había pasado, había pasado y era inapelable.
Todo parecía conspirar en mi contra y tanto sentencia como condena estaban al caer.
Nadie me creía. Nadie, pero nadie. 
No me creía la familia y me desmentían los amigos.

"¿Podés probar lo contrario", desafiaban con cierta inútil esperanza.
"No", era mi respuesta vencida. 
"Qué hago", pregunté. Y la respuesta siempre idéntica: "Hacé que te creamos."
"Cómo."
"Lográ que uno te crea y lo diga. Si alguien te cree, te vamos a creer todos."
"¿Vos me crees?"
"No"

Hasta que llegó ella. Hacía un tiempo que no hablábamos y ya nos acostumbrábamos al silencio.
Siempre me llamaba cuando sospechaba que empezaba a olvidarla para amojonar su recuerdo por sobre otras esperanzas.

- ¿Para qué me llamás?, respondí enojado. 
- No hay nada que puedas romper que no haya sido roto, abundé.
- Te llamo para saber cómo estás, explicó.
- ¿Para que te interesa saberlo?, respondí hostil.
- Porque te extraño y porque sé que vos no fuiste. Yo te creo, reveló.
- No me cree nadie. ¿Y justo vos sí?, dije.
- No sólo te creo, sé que no fuiste vos, afirmó.
- ¿Cómo lo sabés. la interrogué.
- Porque tus palabras siempre me revelaron, porque sólo vos conocés el mapa de mis cicatrices, porque la intensidad de tu boca siempre es exacta y el tiempo de tus manos, preciso. Porque vos no fuiste. Porque te creo, argumentó.

Me quedé en silencio y soprendido. La salvación llegaba desde el fondo de mis recuerdos y desde el lugar menos pensado.
- Gracias por creerme. ¿Podrás decirle al mundo que yo no fui, que me crees?, pedí esperanzado.
- No, me respondió entre lágrimas y se abandonó nuevamente para hundirse, como siempre, entre la indiferencia de su infierno.

Por Gerardo Cadierno

Silvio Rodríguez - En el claro de la luna 
"Mi guardiana de la suerte
sueña cercada de flor
que me salvas de la murte
con fortuna en el amor.

Sueña, talismán querido,
sueña mi abeja y su edad, 
sueña y, si lo he merecido,
sueña mi felicidad.

Sueña caballos cerreros,
suéñame el viento de sur,
sueña un tiempo de aguaceros
en el valle de la luz.

¡Sueña lo que hago y no digo,
sueña en plena libertad,
sueña que hay días en que vivo
sueña lo que hay que callar!


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