#FragmentosInéditos #ParaVos
Dos soledades que porfían en desencontrarse.
Esos encuentros de dos heridos en agonía que mueren para volver a nacer y esa parece ser su felicidad: ser siempre primera vez mientras el vino desnuda lejanas imágenes que en ese develar encuentran liberación.
Una senda que guía ese ritual iniciático que nos consume entre miradas nebulosas de temores pasados y ese miedo a la soledad que condena a la distancia, tapado por ráfagas de bestialidad insaciable y desenfrenada de quienes no tienen a quién escandalizar y se homenajean en las pieles enchastradas de exceso, de silencio, de recepción.
Y sin embargo, estos vuelos al abismo no impiden sentir la pequeña dicha de un patio de vientos amables, del contacto de los pies descalzos, de una compañía que entiende.
Y, luego, volver al juego perdido, ése de ojos confiados, ése con confesiones y sin preguntas. Sin paras ni por, puro presente que asombra.
"...martillar las fisuras del mármol de tu estatua hasta quebrar esa capa que esconde tu dolor. Desmantelar tu armadura hasta (de)volver carne viva tus cicatrices, llenarte de letras para que acarreen tus secretos hasta el fondo del abismo al que te llevaré volando para hundirnos en la nada y..."
La herida no es esa que sigue a tu partida, sino la que impulsa tu aparición. Cuando subimos es que decidimos danzar con la muerte, y allí seremos lívidos pero no cómo la lívida muerte cobarde de Garfias sino lívidos de líbido y seremos perfectos e inalcanzables porque no estaremos ni acá ni allá y no seremos vos yo, seremos nadie de ningún lugar, seremos eternidad de instante.
Y no habrá soledades ni temores: seremos tejido perfecto sin máscaras, caminaremos por desiertos erizados en luz, atravesando paredes con gritos silenciosos que nos llaman en medio de los sueños que atesoramos.
Y allí eyectamos las virtudes impuestas para organizar un nuevo instante prohibido de belleza bárbara donde dibujemos el valor de la soledad y el coraje de la comunión.
Y en nuestros cuellos anidarán mis caballos y tus yeguas para lanzarse en tropel al precipicio por las espaldas mojadas de nuestras manos nómadas que dibujan cicatrices sin ángulos rectos ni direcciones, sino curvas que ofrecen -gentiles- el néctar de las tormentas para cuando, tras naufragar entre labios, tu espalda sea el horizonte donde duerman mis alas cruzadas.
Rafael Alberti, Nocturno
"Las palabras entonces no sirven, son palabras...
Manifiestos, escritos, comentario, discursos
humaredas perdidas, neblinas espantadas.
Que dolor de papeles que ha de llevar el viento
que tristeza de tinta que ha de borrar el agua
Las palabras entonces no sirven, son palabras...
Siento esta noche heridas de muerte las palabras"
Comentarios
Publicar un comentario
¿Te interesó? ¿Querés aportar algo? Este es el espacio para construir sentidos.