Lo eterno puede esperar


Tengo la eternidad cicatrizada en
mi mirada de tanto escrutar la nada
buscando aprender entre los fuegos de la libertad
mientras mi piel arrasada llora miedos antiguos.

Tengo la eternidad cicatrizada en
danzas abandonadas con los desheredados
al ritmo de latas vacías y de canciones olvidadas
apagadas entre cigarrillos y vinos.

Renuncié a ser quien era
y a quien podría haber sido.
Canté ríos y llanuras, y lloré piedras y nieblas.
Pero nunca renuncié al camino.

Una senda hacia respuestas para
preguntas que siquiera sospecho.
Y sigo siendo ese niño curioso
y ese hombre con hambre que desea.

Y busco volar
con los pies en la tierra.
No tengo dios y no busco redención.
Exploro en una antigua luna.

Y me hundo en una espiral infinita
que me tatúa sus alas en la mirada.
Y me dice que soy un retazo de viento
que se olvidó cómo volar.

Y me seguiré cayendo
hasta que no haya más abismos
Y seguiré tropezando con esa misma piedra
hasta transformarla en polvo y recuerdo.

Y seguiré errando y arriesgando,
resbalando en todas las veredas y
buscando flores en los páramos
porque lo que pasa, pasará

y lo eterno, puede esperar.


Gerardo Cadierno

Gabo Ferro, Para caer
Espero que lo que exista allá abajo en el fondo
se encuentre desintegrado así como yo
es que mi corazón que has despreciando tanto
quiere buscar silencio donde nunca llegue el sol.
Y dejarse caer.




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