Urano, el castrado


Por Gerardo Cadierno. Urano rige Acuario, me dicen sin poder explicarme cómo es posible ser regido por un planeta que, si bien fue observado desde hace milenios, siempre había sido confundido con una estrella. 

Su descubrimiento como planeta llegó recién en 1781, cuando el inglés sir William Herschel lo bautizó Georgium Sidus (la estrella de Jorge) en honor a su soberano, el rey Jorge III.

Esta devocional nominación no tuvo mayor aceptación y fue relevada por la más justiciera planeta Herschel hasta que, en 1850, el astrónomo Johann Bode propuso por una cuestión de isotopia estilística bautizarlo como Urano, lejano paterfamilias de la cosmogonía de Hesíodo, aunque, como veremos, desde la gramática del mito poético Urano nos remonta a una época mucho más arcaica que la del resto de los protagonistas en la nominación planetaria de nuestro sistema solar.

Representación helenística de Urano

Una cronología poética de Urano

Pero, ¿quién o qué fue Urano y cuáles fueron los sentidos que transmitió desde el mito poético?

Cuentan los órficos que la Noche de alas negras, diosa arcaica quien incluso Zeus sentía un temor reverente, similar al que profesaba Odín -el Padre de Todo- por el Destino, fue cortejada por el Viento y tras ser apareado por él puso en el seno de la Oscuridad un huevo de plata del cual salió Eros.

Tras su nacimiento, Eros, llamado Fanes por algunos, dio movimiento al Universo iniciando el tiempo. 

De alas doradas, con cuatro cabezas y poseedor de ambos sexos, Eros podía mugir como toro, rugir como león, silbar como serpiente o balar como un carnero.

Sí, demasiado parecido al tetragrámaton del Jesús como pantócrator, es decir los cuatro atributos del creador de todo y que referencia a las cuatro estaciones del año.

Fue en ese momento inicial cuando, según Hesíodo, nació Urano: en el comienzo de todo, cuando Rea, la Madre Tierra, emergió del Caos y lo parió mientras dormía. 

Así, recién nacido y desde una montaña, Urano admiró a su madre y, precoz, derramó una lluvia que la preñó tras lo cual ella parió hierbas, flores y árboles en los que medraron animales y aves. 

Esa lluvia fértil fue río, lago y mar al recorrer los huecos de la madre.

Otras versiones uránicas

En cambio, para Alcmán y Calímaco, Urano era hijo de Éter, dios de la luz celestial y del aire que habita en las partes superiores del mundo, una opinión que comparte Cicerón quien postulaba que Urano era descendiente de los antiguos dioses Éter y Hemera (el Día).

Por su parte, los órficos sostenían que era hijo de Nix, la Noche, que moraba con él en una cueva delante de la cual la madre Rea convocaba al son de su tambor a los hombres a escuchar el oráculo de Noche quien se mostraba en su triple faz de Noche, Orden y Justicia pues la la diosa triple gobernaba el universo hasta que su cetro pasó a Urano cuando la mujer dio paso al hijo del hierro.

Este mito patriarcal de Urano surge cuando se consolidó esta forma de gobierno en Grecia, gobernanza legitimada en el sistema religioso olímpico que elevó a Urano al rango de primer padre cuyo nombre llegó a significar el firmamento.

En efecto, el nombre de Urano se fue difuminando hasta dejar de ser una divinidad para convertirse en una denominación alternativa al Olimpo como hogar de los dioses. 

Para esos tiempos, Urano formaba parte del mito antiguo de orígenes lejanos y que no tenían lugar en el culto más allá del simbolismo de un dios pretérito y derrotado antes del inicio del tiempo verdadero cuando el Cielo dejó de acudir por las noches a cubrir la Tierra sino que se transformó en un mero lugar astronómico.

Urano, el nombre derrotado

La etimología probable de Urano provien de (F)orsanόj, derivada de (F)orsό (en sánscrito: varsa, lluvia). 

La raíz seria *ers (humedecer, gotear; en sánscrito: varsati, llover). Así, Urano es el hacedor de lluvia no en sentido literal, sino el que fertiliza

Hay quienes sostienen que querría decir el que está en lo alto (en sánscrito: vars-man: altura, elevación). También es posible que derive *wel (cubrir, rodear) o *wer (cubrir, encerrar).

A pesar de la identificación que suele hacerse entre Urano y uno de los integrantes de la trinidad masculina aria surgida en el Decán, el dios pastoril Varuna, su nombre griego es una forma masculinizada de Ur-ana, es decir la diosa en su faceta orgiástica vinculada al solsticio de verano pues Ur-ana puede traducirse como reina de las montañas, reina del verano o reina de los vientos.

Gea y Urano

Urano, el padre derrotado

En efecto, la unión marital de Urano con Gea, la Madre Tierra, cobra sentido si la vinculamos con la primera invasión del norte griego por parte de pueblos helénicos. 

En solución transaccional, los invasores adoradores del indostaní Varuna reclamaron y obtuvieron la paternidad divina de los primitivos habitantes en tanto ellos admitían y se reconocían como paridos por la Madre Tierra.

En ese sentido, Apolodoro recuerda que Tierra y Cielo tras una lucha mortal se reunieron en el amor lo que puede implicar que las reinas locales casaron con reyes invasores, tras lo cual ellas mantuvieron funciones de sacerdocio en los cultos ligados a la fertilidad. También registran estos testimonios Eurípides y Apolonio de Rodas.

En este marco, Urano con la Tierra engendró a los ciclopes, seres de un solo ojo, cuyos nombres eran Brontes, Steropes y Arges, y quienes se rebelaron contra él, por lo cual los arrojó al tenebroso Tártaro, un espacio que se encuentra a la distancia equivalente a la que recorre un yunque en su caída durante nueve días con sus noches.

Tras su victoria, volvió a preñar a la Tierra quien dará a luz a los siete titanes. Otras fuentes dicen que eran media docena de casales. Ellos eran
: Oceanus, Crius, Lapetus, Hyperion, Cronus y Coeus, emparejados con seis titánides: Theia, Rhea, Themis, Mnemosyne, Phebe y Tethys.

También trajeron a los hecatonquiros, gigantes de tres cabezas y cien manos que simbolizaban un calendario ritual llamados Cottus, Briareos y Gyges.

Con el recuerdo de la crueldad de Urano para con los cíclopes, la Madre Tierra sublevó a los Titanes contra su padre y ellos lo atacaron liderados por el último titán en nacer: Crono. 

El rebelde fue armado por la Madre con una hoz de piedra con la cual castró a su padre mientras dormía.

La caída de los titanes, Cornelisz van Haarlem

Sin embargo, algunas gotas de la sangre que manaba de la herida fecundaron nuevamente a la Madre Tierra quien, esta vez, parió a las tres furias: las Erinias, vengadoras del parricidio y el perjurio y cuyos nombres eran Alecto, Tisífone y Megera.

Fueron estas erinias quienes persiguieron a Oreste quien vengó el asesinato de Agamenón, su padre, asesinando a su madre, Clitemnestra, y a su amante, Egisto, asesinos del tantálida hijo de Atreo a quien le hicieron pagar el sacrificio ritual que él hizo de su hija Ifigenia en Áulide para lograr buenos vientos que le permitieran hacia la conquista de Troya, la bien murada.

Un Urano de todas partes

Las ninfas del fresno, las melíades, nacieron también de esa sangre al igual que Afrodita, diosa del deseo, quien emergió desnuda de la espuma marina formada por los genitales arrancados de Urano.

Más allá que la versión canónica la hace hija de Zeus y Díone no se puede ignorar que Afrodita surgió del Caos y bailó sobre el mar. Es que Afrodita no es otra que la Íshtar o Ashtaroth adorada en Siria y Palestina.

El nacimiento de Venus, Boticelli

Tampoco se puede ignorar el rol de los nueve telquines con cabeza de perro y manos con aletas quienes tallaron la hoz dentada con la que Crono emasculó a su padre Urano. El culto a los telquines provendría de África oriental.

Muchas de estas tradiciones fueron compiladas por el cadmeo Hesíodo, descendiente de un pueblo llegado a Grecia desde el Asia Menor tras el dislocamiento del Hatti y quienes en sus migrares llevaron consigo el mito de la castración que habrían recopilado de los mesopotámicos hurritas cuyo mito creacional es similar al griego. 

En la religión hurrita, Anu es el dios del cielo a quien su hijo Kumarbi le cortó los genitales y vomitó tres divinidades, a una de las cuales, Teshub, desposaría después.

Por su lado, en la mitología sumeria primero, y la asiria y la caldea, después, Anu es el dios del cielo y representa la ley y el orden. También hay similitudes con el dios supremo iraní, Ahura Mazda, cuyo nombre es un desarrollo del indoiraní *Vouruna-*Mitra, y  que tiene las mismas cualidades de Mitra, la divinidad de la lluvia.

Ahura Mazda

Esta versión no puede sino reflejar otra cosa que una alianza entre pobladores pre-helénicos del centro y sur de la Hélade donde el culto a los titanes era hegemónico contra los invasores helenos del norte a quienes vencieron para, luego reclamar el gobierno de los nativos septentrionales a los que habían liberado.

Es importante destacar que la castración de Urano excede la metáfora pues los vencedores es muy probable que hubiesen migrado desde el África oriental donde los guerreros llevan consigo una pequeña hoz para castrar a sus enemigos, una de las tantas afinidades ritules entre el este africanos y los primeros griegos.

Un final canónico y una historia sin fin

La historia concluye con un triunfador: Crono -el tiempo vence a lo eterno- que marida a su hermana Rea, a quien está consagrado el roble, el árbol cuyo fruto era cortado sacramentalmente por los druidas celtas con una hoz ritual.

Sin embargo, la Madre Tierra y el moribundo Urano le profetizaron al vencedor que uno de sus hijos lo destronaría.

Rubens, Cronos devora a sus hijos (detalle)

Para evitarlo cada año devoraba a los hijos paridos por Rea. Primero lo hizo con Hestia, Deméter y Hera, es decir con la diosa en sus estados núbil, fértil y anciana y luego con Hades y Posidón.

El tercer hijo, Zeus, fue escondido por Rea y criado por la cabra Amaltea quien lo amamantó hasta que tuvo la fuerza para liderar la rebelión contra Cronos que consolidaría la trinidad patriarcal olímpica. 

Pero esa es otra historia, aunque no quiero dejar de pasar que el roble atrae el rayo, poder que hermana a Zeus con Thor, cuyo carro es esmpujado por dos cabras de las que se amamantó.

Francisco de Goya; detalle de Saturno devora a un hijo


Imagen del cabezal: fresco de Giorgio Vasari y Cristofano Gherardi (circa 1560): La castración de Urano. En Sala di Cosimo I, del Palazzo Vecchio (Florencia).


Irini Lelekou (Irene Papas) y Vangelis, Neranzoula
¿Dónde está tu flor?, pequeño naranjo
¿Dónde está el primer estupor?
¿Dónde está tu belleza?
¿Dónde está tu belleza?, pequeño naranjo
El frío del norte te ha envejecido
y te sacudió, pequeño naranjo.
Por favor mi viento del norte
se bueno con mi pequeño naranjo.



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