La humanidad de los perros
Por Gerardo Cadierno. El escritor italiano de origen sefaradí y sobreviviente del Holocausto, Primo Levi, sostuvo que “se comprendere è impossibile, conoscere è necessario” lo que implica dos necesidades: memoria e historia.
Emiliano Cadierno Riera fue internado en el campo de concentración alemán de Buchenwald el 21 de agosto de 1944. Previamente estuvo internado en campo francés de Compiegne Rethondes donde las autoridades galas lo habían hacinado tras pasar la frontera a causa de la derrota de las tropas que defendían a la II República Española en 1939.
En Buchenwald, como el dictador y “caudillo de España por la gracia de Dios”, Francisco Franco decía que no había españoles en campos nazis, le impusieron el triángulo azul de los apátridas acompañado de la S de Spanien. Organizados, los teutones le asignaron un número: el 81.100.
Allí fue destinado a un subcampo donde fue trabajador esclavo de una fábrica de repuestos para aviones.
La humanidad de un perro
Tras la liberación de Buchewald, volvió a Xixón donde vivió frente a la playa de San Lorenzo, en la casa que Rafaela, su madre, rentaba junto a su hermana menor, Josefa. En esa casa, para sobrellevar la miseria de la posguerra Rafaela y Josefa recibían viajantes de comercio a quienes, cada tanto, hospedaban.
Fue Josefa quien, décadas después, me contó que había escuchado a Emiliano contar a los pensionistas que a muchos de los presos del campo los trataban -literalmente- como a perros: los encadenaban, los obligaban a ladrar y les arrojaban mendrugos a cambio de morisquetas.
Ese relato me trajo a la memoria que el filósofo lituano Emmanuel Levinas recordaba que en el campo de concentración de Hannover, en el que estaba detenido, había un perro callejero que les hacía jueguitos cuando regresaban desde los trabajos forzados.
Un perro les devolvía la humanidad que otros hombres estaban destruyendo tratándolos como a perros, reflexionaba.
Una factoría del horror
Creado en 1937, Buchenwald fue liberado el 11 de abril de 1945. Se estima que en él estuvieron presas 250.000 personas de todos los países de Europa. El número de víctimas causadas por el hacinamiento, enfermedades, trabajos forzados, tortura, experimentos médicos y fusilamientos se calcula en 56 000.
“Un perro les devolvía la humanidad que otros hombres estaban destruyendo tratándolos como a perros.”
En la puerta de hierro que franqueaba su entrada figuraba el lema de la dinastía prusiana Hozenzollern: Jedem das Seine, una traducción al alemana de la frase latina Suum cuique, literalmente a cada uno lo suyo, aunque se puede interpretar también como a cada uno lo que se merece.
Un lema de crueldad imperdonable, del estilo que el Arbeit macht Frei (El trabajo nos hace libres), emplazado en las entrada del campo de exterminio de Auschwitz.
Emiliano Cadierno Riera era el menor de los ocho hijos de Francisco Cadierno Justel y Rafaela Riera Argüelles. De buena planta, había nacido en la asturiana Cancienes en 1914. Murió en Xixón, Asturies en 1953.
El orgullo de ser asturiano
Liberado de un campo nazi y en Francia, un asturiano le escribe a un paisano exilado en México. Este es el final de la carta:
"El 5 de mayo un americano descendiente de españoles nos abrió las puertas del campo. Fuimos liberados unos 25 mil hombres, muchos han muerto ya pues cuando la liberación llegó estaban completamente agotados, entre ellos, bastantes españoles.
Un crecido número de compatriotas están en los hospitales y los que mejor estamos nunca valdremos nada.
En Francia nuestra situación no es buena: se acerca el invierno y no tenemos ropa de abrigo ni calzado.
Ya comenzó el frío y algunos pasaremos a mejor vida.
La vida en Francia es difícil: poco se puede comprar, todo escasea y lo poco que hay cuesta un ojo de la cara.
Confiamos en vuestra ayuda y solidaridad. En verdad la necesitamos.
Pero si esto fuese distraer un esfuerzo en la lucha contra Franco no penséis en nosotros.
¡Seguid adelante!, con la vista puesta en España que es el objetivo permanente de todos y cuando estéis allí, pensad en nosotros y llevadnos a dormir nuestro último sueño en nuestra tierra a la que tanto queremos y por cuya libertad luchamos y damos nuestra vida.
Salud a todos..."
Un abrazo de piedra por las víctimas del nazismo
Una escultura del escocés Toby Govan en la plaza de La lechera de Cancienes de Asturies recuerda a sus vecinos, Emiliano Cadierno y Juan Suárez, deportados en Buchenwald y Mauthausen
La iniciativa fue impulsada por IU de Corvera y por Somos y fue respaldada de forma unánime por el resto de partidos políticos.
Con el título Abrázanos, nunca más nos separará la barbarie, Govan cuenta que "la idea es que este tipo de hechos no vuelvan a ocurrir".
La figura está formada por una familia compuesta por dos adultos, una joven y un niño que se abrazan, realizada con caliza rojiza y con unas dimensiones de 1,30 metros de alto, por un metro de ancho y un metro de volumen.
La intención es que se encuentre a mano de todo aquel que desee visitarla. "Representa el calor humano y mi intención es que la gente siempre toque las esculturas", comenta Govan.
Juan Suárez fue asesinado en Mauthausen, mientras que Emiliano Cadierno pudo sobrevivir a la barbarie de Buchenwald.
"Surge por un movimiento memorialista que se pide en todos los ayuntamientos de España reconocer a todas las víctimas del nazismo. Es un homenaje y creemos que es el momento, después de 40 años de olvido, de empezar a recordarles y que las nuevas generaciones aprendan de los valores que defendieron y les llevaron a esos campos de concentración", asegura Sara Paz, de Izquierda Unida, y una de las impulsoras de este tributo junto a Rogelio Crespo de Somos.
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