Meteoros


 I

Sombría, ella está en el vacío.
Su dedo despierta, titubea, después se convierte en pez.
Todo su cuerpo se ilumina.
Es la niebla, piensa ella.

II

Pesada, en el remolino, ella es sólo una herida.
Un grito entreabre su boca pero los dedos de sus pies
son mariposas que levantan vuelo.
Es el rayo, piensa ella.

III

Roja, ella se asombra: ya no son escamas las que recubren su cuerpo
sino labios minúsculos, innumerables.
Se envuelve con una sábana blanca.
Es la nieve, piensa ella.

IV

Temblorosa, avanza hacia el abismo, aunque quisiera alejarse.
No es un abismo sino un buitre el que se precipita
hacia la punta desnuda de su seno.
Ella se echa a reír.
Es el espejismo, piensa ella.

V

Ciudadana, posee el secreto de abrir las jaulas.
Junto con el primer tigre, desciende las escaleras del metropolitano.
Muy pronto se encuentran en el desierto.
Las lámparas se apagan, pero en la oscuridad
no tardarán en encenderse dos ojos verdes.
Es el eclipse, piensa ella.

VI

Jadeante, acaba de alcanzar la cima del más alto acantilado.
De pronto, detrás de una roca, divisa un ojo y después otro:
millares de pupilas ávidas están fijas en ella.
Rápido, comienza a desvestirse.
Desnuda al fin, avanza hacia la abrupta pendiente cubierta
de hierba y desciende hacia la llanura saltando sobre las manos.
Es el ciclón, piensa ella.

VII

Nocturna, en el musgo descubre las estrellas,
los rastros de un ciervo y finalmente una fuente.
Un armiño en fuga se oculta en su axila.
Es el cometa, piensa ella.

VIII

Celosa, ve la espalda de un desconocido que se contempla en un espejo. Ella toma un hacha de debajo de la almohada y la arroja hacia la fría superficie para aniquilar su engañosa profundidad.
El desconocido se vuelve y la examina para ver quizá su nueva imagen. No.
Es el terremoto, piensa ella
.

Radovan Ivsic, Meteoros

Serú Girán, Eiti Leda

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